Cómo un botánico francés llevó a Europa el primer testimonio escrito completo de la civilización mesopotámica

Detalle de la Piedra de Michaux / foto dominio público en Wikimedia Commons

A finales del siglo XVIII la escritura cuneiforme era todo un misterio para los historiadores europeos. El primero en dar noticias de una extraña escritura tallada en templos y tablillas de arcilla fue el embajador veneciano Giosafat Barbaro, quien en 1474 había estado en Persépolis. Luego en 1598 Robert Shirley encontró la monumental inscripción de Behistún, cuya parte persa no sería completamente descifrada hasta 1838 por Henry Rawlinson. Con ese material, él mismo junto a otros erúditos lograron a finales de la década de 1850 descifrar la escritura cuneiforme, dando comienzo al desarrollo de la asiriología moderna.

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