De los skyscrapers a los plantscrapers o, de los rascacielos que aspiran a alcanzar el cielo, sin más, a los que lo hacen, pero con invernadero vertical incorporado para surtir de alimentos a la población urbana. Es lo que propone la empresa especializada sueca Plantagon, que construirá en Linköping, al sur de Suecia, el World Food Building, un edificio de oficinas de 60 metros de altura y 16 plantas en el que se producirán hasta 500 toneladas de alimentos orgánicos anuales.
El aumento de la población previsto para 2050, cuando se estima que el planeta esté habitado casi por 10.000 millones de personas de las que más de 6 de cada 10 vivirán en ciudades, es el punto de partida de este proyecto constructivo pionero. “Si seguimos consumiendo como lo hacemos actualmente y con los mismos métodos, la tierra cultivable pronto será insuficiente para producir alimentos para toda la población”, explica Plantagon en un comunicado.
De ahí la búsqueda de fórmulas radicalmente distintas para “ayudar a resolver esta crisis alimentaria” y para favorecer la producción de alimentos de calidad a escala suficiente y en entornos urbanos que se verán sometidos a una importante presión poblacional. Con esta idea en mente surge el ‘plantscraper‘ sueco, un invernadero vertical eficiente que permite cultivar productos frescos de calidad, en cantidad, y en el ámbito de lo local.
En un entorno de producción “cerrado, limpio y controlado”, este espacio de la construcción permitiría producir alimentos suficientes para abastecer a más de 5.000 personas cada año. La tecnología incluida en este edificio no solo potencia la producción y contiene los costes, sino que reduce el gasto de agua y el nivel de emisiones de los cultivos. En concreto, desde Plantagon aseguran que este invernadero ahorrará hasta 1.000 toneladas de emisiones de dióxido de carbono respecto a un cultivo tradicional, además de emplear 50 millones de galones menos de agua (cada galón se corresponde con unos 3,7 litros).
“El edificio en Linköping será un modelo internacional para la producción de alimentos sostenibles a gran escala en las grandes ciudades”, aseguran los promotores de este edificio que, además, reutilizará parte de la energía necesaria para el cultivo, que podrá aprovecharse para la climatización.
El micromecenazgo ha sido la fórmula elegida para financiar este ambicioso proyecto con el que esta compañía sueca persigue además un cambio en el esquema de funcionamiento de las empresas para que estas vayan más allá de “las ganancias monetarias como fuerza motriz”. Junto a este objetivo, el principal: que el World Food Building se convierta en un hito constructivo que siente las bases para un nuevo modelo de edificios de doble uso: como oficinas o residenciales, y como áreas de cultivo vertical.