Históricamente, los matrimonios por amor se daban casi exclusivamente en los cantares y la literatura; una boda era algo demasiado serio como para celebrarla por algo tan etéreo y esto valía sobre todo para las familias reales, las nobles y las adineradas por aquello de las alianzas y tal, pero también se daba entre las clases populares donde un buen casamiento podía significar salir de la pobreza o, cuando menos, mejorar bien económica, bien socialmente (o ambas).
Es decir, se trataba de un negocio esencialmente, en el que la novia aportaba una dinero, la famosa dote, que debía servir para colaborar en el mantenimiento de la vida conyugal, ya que ésta, en el día a día, correría a cargo del esposo. Sin embargo, no todas las culturas se ceñían a estas características y en algunas ese aporte era mutuo o incluso masculino. Seguir leyendo Morgengabe, mahr y escreix: los seguros de vida matrimoniales de origen medieval