La toma de Constantinopla en el año 1453 convirtió al Imperio Otomano en la mayor potencia mundial, gracias en parte a su estratégica situación, controlando las rutas comerciales entre Oriente y Occidente, así como con el Índico.
El punto álgido de su poderío llegó durante los siglos XVI y XVII bajo el reinado de Solimán el Magnífico, cuando alcanzó su mayor expansión por los Balcanes, el norte de África y el mar Rojo. Aliados con Francia frente al enemigo común de los Habsburgo, habían ayudado a Francisco I a conquistar Niza en 1543 y Córcega en 1553. Un mes antes de la toma de Niza, la artillería francesa había jugado un importante papel en la conquista otomana de Estrigonia, al norte de Hungría. Seguir leyendo Cuando el Imperio Otomano consideraba América como una provincia suya, pero nunca consiguió llegar allí