Las personas que han sobrevivido a un fuerte temporal, o a lo que se considera un temporal de supervivencia, coinciden en que ha sido un momento de inflexión en sus vidas. Este tipo de tormentas son algo raras, o al menos, poco habituales. Los avances en predicción meteorológica han ayudado a que vivir este tipo de experiencias sea algo poco generalizado y por tanto hay pocos estudios sobre la idoneidad en adoptar unas tácticas u otras para enfrentarse a ellos.
Los marinos supervivientes coinciden en que cada diseño de barco requiere un uso o táctica diferente. Las condiciones del mar, fuerza del temporal, la posición de nuestro barco en la tormenta o la destreza de nuestra tripulación, influirán también en decidir en cada momento cómo mejor afrontar un temporal.
La mejor forma de prepararse y entender las diferentes técnicas es practicarlas en nuestro propio barco con los vientos más fuertes con los que nos encontremos seguros de navegar. Con estas prácticas conocerás mejor tu barco y ganarás confianza, destreza y habilidad. Cogerás la experiencia necesaria para que si un día has de enfrentarte a un fuerte temporal puedas tomar la mejor decisión.
Cuando hablamos de fuertes temporales nos encontramos con dos teorías o escuelas principales de cómo afrontarlos. Correr o capear el temporal.
CAPEAR EL TEMPORAL
Capear el temporal es mantener el barco avante con la amura a la mar y a una mínima velocidad para poder maniobrar las olas.
Cuando navegando a vela el viento aumenta mucho de intensidad y las olas se empiezan a hacer grandes y confusas, debemos rizar la mayor tanto como sea necesario y aplanarla lo máximo posible. En la vela de proa montaremos un tormentín o el foque enrollado parcialmente, dependiendo de la intensidad del viento.
Debemos gobernar en rumbo de ceñida con una velocidad mínima, aunque siempre suficiente para poder maniobrar a las olas. El timonel tendrá que ceñir a rabiar en el seno de las olas hasta alcanzar la cresta y entonces caer arribando para así evitar fuertes pantocazos. Navegar de esta forma tiene también la ventaja de poder ver las olas rompientes y la oportunidad de maniobrarlas.
Cuando las condiciones de mar y viento siguen aumentando, cualquier cantidad de vela puede ser excesiva y será difícil ganarle camino al viento. Al arribar para bajar la ola, el barco ganará demasiada velocidad, escorará en exceso y correrá el riesgo de quedar atravesado a la mar. Cuesta arriba, el barco puede quedar sin la fuerza suficiente para remontar la ola, siendo un barco poco maniobrable que sufrirá fuertes pantocazos y que con el transcurso del tiempo verá mermadas las fuerzas de toda la tripulación.
No debemos esperar a estar en este estado para intentar otras tácticas de enfrentarnos a un temporal.
PONERSE A LA CAPA
Ponerse a la capa es una maniobra que consiste en acuartelar el foque, para ello viramos dejando cazada su escota. La mayor, que estará rizada de acuerdo a la intensidad del viento al que nos estemos enfrentando, la iremos filando hasta encontrar una posición de equilibrio, ayudada también por el timón que empujará al barco a barlovento contrarrestando junto a la mayor la fuerza que ejerce el foque acuartelado hacia sotavento. El barco debe adoptar una posición de equilibrio amurándose al viento a unos 45 ó 50 grados.
En definitiva, ponerse a la capa es una suma y resta de fuerzas que dejará el barco en equilibrio con una velocidad prácticamente nula. El abatimiento del barco forma unos remolinos o vórtices a barlovento que protegen el barco de la cresta de las olas, ya que estas rompen sobre el remolino formado. Este efecto es más pronunciado y funciona mejor en barcos de quilla corrida. Si nuestro barco es de quilla corta moderna y nos encontramos con una mar con olas rompientes, esta táctica de temporal puede no ser la mejor opción ya que podemos terminar siendo arrollados por una de estas olas rompientes.
Al ponerse a la capa, el barco experimenta una mejora considerable, adoptando una posición más cómoda en la que el timonel puede tomar descanso ya que no es necesario mantenerse agarrado constantemente al timón.
Cuando el timón está totalmente a barlovento se dice que es capa cerrada. Si el timón lo llevamos en posición de ceñida y cerramos más la vela mayor, el barco aumenta su velocidad y estaremos en lo que llamamos capa corrida. Tanto la capa cerrada como la capa corrida, son dos buenas maneras de enfrentarse a capear un temporal.
Ponerse a la capa es una técnica muy útil que debemos de dominar y podremos utilizar habitualmente no solo para capear un temporal, sino para detener el barco rápidamente en caso de emergencia, para estabilizar el barco mientras reparamos una avería o símplemente para poder descansar o comer plácidamente.
FOREREACHING
Hay algunos barcos que pueden navegar muy bien solo con la ayuda de la vela mayor rizada y sin ningún tipo de vela de proa montada. Con esta técnica, debemos mantener el barco con una ceñida a rabiar, con el timón fijado un poco hacia barlovento y con la vela mayor rizada y cazada totalmente a la línea de crujía.
Debemos conseguir que el barco avance a una mínima velocidad y que alcance un punto de equilibrio. Al orzar por el empuje que el viento ejerce sobre la vela mayor, el barco se aproa y detiene su marcha, después arribará cayendo nuevamente a sotavento y emprendiendo nuevamente su marcha.
Forereaching es una técnica que podemos intentar si nuestro barco no se comporta bien a la capa. También tiene la ventaja de que puede mantener bien su posición sobre el fondo, evitando tener un fuerte abatimiento.
CAPEAR A PALO SECO
Capear a palo seco o a la bretona es cuando arriamos todas las velas, hacemos firme el timón ligeramente a barlovento y nos enfrentamos al temporal dejando que el barco adopte su propia posición de equilibrio sobre las olas. Por supuesto, y como en los casos anteriores, hemos de dejar bien cerradas todas las escotillas y tambuchos y esperar que el barco adopte una deriva natural entre las olas.
Depende del diseño del barco la seguridad que adopte sobre las olas, siendo los barcos más pesados y de manga estrecha los que se mantienen mejor a palo seco en comparación a los barcos modernos más ligeros y de manga mucho más ancha.
Capear a palo seco no debe ser nuestra primera opción y está más encaminado a navegantes solitarios que por falta de fuerzas o víctimas del mareo se vean forzados a adoptar esta posición.
El problema de mantenerse a palo seco es que al no tener velocidad suficiente para gobernar las olas, el barco puede quedar atravesado y ser alcanzado por una ola rompiente que pueda llegar a voltear el barco.
Para evitar esta situación podemos largar por la amura un ancla de capa que nos ayudará a mantenernos amurados a la mar, y a mantener la posición disminuyendo el abatimiento.
CAPEAR A MOTOR
Capear a motor es algo que no debemos de olvidar ya que según las circunstancias pueda ser más seguro capear hacia el viento con la ayuda del motor diésel de nuestro velero que permanecer a palo seco. Esto se hace aún más evidente si tenemos una costa a sotavento, ya que de esta forma y aún con las velas izadas, el motor será de gran ayuda para disminuir la deriva o incluso conseguir ganar algo de barlovento.
Hemos de tener en cuenta que con fuerte oleaje y mucha escora la refrigeración del motor puede llegar a dar problemas al quedar al aire el orificio de entrada de agua de mar de refrigeración, debiendo comprobar regularmente su buen funcionamiento.
En definitiva, el motor puede llegar a ser de gran ayuda y un medio más de seguridad, por lo que debemos navegar siempre que sea posible con los depósitos de combustible bien llenos.
CORRER EL TEMPORAL
Correr el temporal es otra de las opciones que tenemos siempre y cuando no tengamos una costa a sotavento, que es uno de los mayores peligros que nos podemos encontrar en caso de temporal.
Correr el temporal también tiene el problema de que nos meterá de lleno en la tormenta al dirigirnos directos al centro de la borrasca y por tanto estaremos más tiempo dentro de ella sufriéndola cada vez con mayor intensidad.
Cuando navegamos corriendo el temporal, navegamos en la misma dirección al viento y a la mar, ello reduce mucho el viento aparente y hace que los movimientos sean más cómodos y la navegación más confortable reduciendo la tensión de la jarcia y de todo el equipamiento sobre el barco.
Debemos navegar con viento de aleta y teniendo especial cuidado con el gobierno del barco ya que siempre tenderá a orzar y un fuerte golpe de mar o una racha inesperada, puede dejarnos atravesados a la mar.
Controlar la velocidad del barco es de vital importancia, si el barco va demasiado lento no responderá con la velocidad necesaria y además las olas nos embarcarán con fuerza por la popa. Si vamos demasiado rápido el barco se adelantará a las olas y aumentará mucho la velocidad en las bajadas, haciendo el barco incontrolable y con el riesgo de que la proa se clave en el seno de la ola.
Remolcar estachas (que no son más que cabos largos amarrados a la popa del barco) ayudará al barco a disminuir su velocidad y mantendrá su popa orientado a la mar evitando que se cruce a la mar. Las estachas o cabos deben de ser lo suficientemente largos como para extenderse más allá de la longitud de la ola. Debemos de llevar estachas de 50 ó 60 metros aunque para una travesía oceánica y durante un fuerte temporal podrían ser necesarias estachas de más de 100 metros de longitud.
Con vientos muy fuertes, un barco puede llegar a correr un temporal solo con el tormentín y la ayuda de estachas evitando de esta manera que se vaya de orzada. En algunas situaciones de verdaderos temporales, la resistencia que ejerce el mástil, la jarcia y la obra viva es tan grande que es posible correr el temporal sin ningún tipo de vela izada y llegar a alcanzar los 4 y 5 nudos de velocidad aunque un pequeño tormentín cazado bien plano puede ayudar a mantener mejor la dirección y el rumbo.
En definitiva, tenemos relatos de marinos que han sobrevivido a fuertes temporales o temporales de supervivencia utilizando cada una de estas técnicas o utilizando varias de ellas de acuerdo al desarrollo del temporal. También es verdad , y por desgracia, que nunca sabremos los relatos ni la experiencia de los barcos que terminaron hundidos en el transcurso de una tormenta. Por tanto, las diferentes técnicas las debemos de ver como algo flexible que podamos ir adaptando según las condiciones de cada temporal.
Lo que sí se puede asegurar es que anticiparse es siempre fundamental. Hay que ajustar el tamaño y tipo de las velas antes de que las condiciones de mar nos dificulten en exceso la maniobra y se haga peligrosa. Debemos “amarinar” el barco y navegar siempre con todos los objetos que puedan desplazarse bien trincados en el interior. Cerrar los grifos de fondo, las escotillas, los portillos y tambuchos siempre que veamos que el tiempo se va a empezar a complicar. Tampoco debemos nunca esperar a ponernos el chaleco salvavidas, el arnés de seguridad y la ropa de agua, así como a repartir pastillas anti-mareo entre la tripulación.
Un temporal puede ser muy duro y largo, así que será buena idea preparar cuanto antes bocadillos o tener a mano barras energéticas que nos proporcionen calorías y fuerzas suficientes.
Hemos de evitar la costa a sotavento, las aguas someras, pasar cerca de cabos o lugares marcados en las cartas como arrecifes o lugares que generen olas rompientes.
Fuente Sail & Trip