Operación Némesis, la venganza contra los responsables del Genocidio Armenio

Portada del cómic Operation Nemesis. a story of genocide and revenge (Josh Blaylock y Hoyt Silva)

Némesis, hija de Zeus (aunque también se atribuye la paternidad a Océano, Érebo y Nix), era la diosa griega que personificaba la justa venganza y daba a cada cual su merecido. Asimismo se llamaba Ramnusia, por el santuario que tenía en esa ciudad de la parte septentrional del Ática, y Envidia en su versión romana, pero es el primer nombre el que ha perdurado como sinónimo de venganza, aunque la RAE no lo incluya en su diccionario. Por eso no ha de extrañar que en el primer cuarto del siglo XX se bautizara así una campaña de asesinatos selectivos contra los considerados responsables del genocidio armenio. Fue la Operación Némesis.

 

 

El genocidio armenio consistió en la muerte de entre un millón y medio y dos millones de personas de ese pueblo (más griegos pónticos y asirios) durante la deportación decretada por el Imperio Otomano bajo el gobierno de los Jóvenes Turcos, entre 1915 y 1923. Todo empezó con cientos de detenciones en Estambul que se extendieron a otras ciudades hasta que el ejecutivo decretó el traslado de ese sector de la población -que sumaba de dos millones y medio a tres millones de habitantes- a Mesopotamia.

El Imperio Otomano en la época

Dio igual que no constituyeran una comunidad especialmente conflictiva y que aceptaran con resignación su consideración de dhimmi, o sea, infieles (eran cristianos), hasta el punto de que incluso se les llamara popularmente Millet-i Sadıka (Nación leal). Los tiempos habían ido cambiando y el sultán Abdul Hamid II temía que los armenios se contagiaran del efervescente nacionalismo que bullía en múltiples puntos de los Balcanes, incitándolos a aspirar a formar su propio estado siguiendo ejemplos anteriores muy dolorosos.

De hecho, en 1860 había surgido una corriente nacionalista e ilustrada denominada Movimiento de Liberación Nacional de Armenia, que efectivamente, a imitación de lo que pasaba en los Balcanes, empezó a extenderse abogando por un estado unido para ese pueblo. Veinte años después se plasmó en acciones guerrilleras menores bajo la dirección de tres partidos, el SDHD (Partido Socialdemócrata, también llamado Hunchak por el nombre de su principal periódico), el Partido Armenakiano (más autonomista que independentista)y la Federación Revolucionaria Armenia (de la que hablaremos luego). Tenían apoyo ruso, algo paradójico si se tiene en cuenta que Moscú también los veía con recelo; pero mientras se dedicaran a fastidiar al menguado vecino no había mayor problema.

Territorios armenios de los imperios Otomano y Ruso/Imagen: Yerevanci en Wikimedia Commons

Y es que los tratados de San Stefano y Berlín de 1878, con los que se puso fin a la Guerra Ruso-Turca, habían remachado la decadencia progresiva del Imperio Otomano haciéndole perder buena parte de sus territorios balcánicos con el reconocimiento forzoso de la independencia de Bulgaria, Rumanía, Serbia y Montenegro, además de ceder Tesalia a Grecia, Besarabia a Rusia y Chipre a Gran Bretaña. La posibilidad de que también se formara un estado armenio, que encima sería claramente proclive a los rusos por su carácter fronterizo con ellos y su afinidad religiosa, era una amenaza a la que el ejecutivo otomano no quiso dar oportunidad de surgir.

El prólogo de lo que iba a ocurrir fueron las llamadas masacres hamidianas, que supusieron el aniquilamiento de unas trescientas mil personas entre 1894 y 1896. Tras eso llegó un período de tensa calma que se rompió en 1909, cuando un golpe de estado por parte de fuerzas reaccionarias (sultán, militares e islamistas) contra el gobierno de los Jóvenes Turcos, a los que apoyaban las minorías por su promesa de igualarlas en derechos a los musulmanes, desembocó en pogromos contra los armenios de la provincia de Adana provocando cerca de treinta mil muertos.

Una de las masacres hamidianas: Erzurum 1895/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

La entrada en la Primera Guerra Mundial desencadenó el genocidio propiamente dicho. Tras la derrota turca en Sarikamis, que supuso el inicio de una invasión rusa del entorno caucásico del Mar Negro, se consideró que los armenios había apoyado al enemigo y se decretó su deportación de todos los rincones del imperio a Siria e Irak. Tras durísimas marchas la gente fue recluida en veintiséis campos de concentración, aunque muchos fallecieron por el camino por hambre, enfermedades, agotamiento y, a veces, matanzas deliberadas.

Pese al clamor internacional, el gobierno turco se negó a admitir que hubiera genocidio (y sigue sin hacerlo) pretextando que no había un plan preestablecido para ello. Antes, el Armisticio de Mudros, firmado en Lemnos el 30 de octubre de 1918 entre el Imperio Otomano y los Aliados, puso fin a la participación del primero en la guerra mundial y lo obligaba a abandonar la mayor parte de sus territorios, conservando únicamente Anatolia. El posterior Tratado de Sèvres amplió ese desguace en 1920 y, tres años más tarde, el de Lausana fijó las fronteras actuales.

Rutas seguidas en las deportaciones del Genocidio Armenio/Imagen: www.armenica.org en Wikimedia Commons

Para entonces ya existía una República Democrática de Armenia pero cuya fundación, en 1918, no derivaba de la descomposición otomana sino de la Revolución Rusa, que disgregó en múltiples estados el antiguo imperio zarista. Lindando con Georgia al norte, Azerbaiyán al este, Persia al sur y territorio otomano al oeste, era una parte de la extinta República Federativa Democrática Transcaucásica, un intento de unión de varias repúblicas que sólo duró tres meses por la incapacidad del gobierno central para controlarla en plena guerra civil.

Por tanto había por fin un estado armenio cuyos representantes empezaron a debatir en un congreso, celebrado ese mismo año en la capital Ereván, la cuestión del genocidio y la forma de hacer justicia, aprovechando que los otomanos estaban en una posición débil, negociando con los Aliados. Pero había opiniones enfrentadas entre los delegados, manifestándose unos a favor de una acción armada y otros mostrándose más reticentes por la reacción que pudieran tener los enemigos. Finalmente se optó por centrar la venganza en los responsables, elaborándose una lista de doscientos.

La República Democrática de Armenia en 1919/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

La misión se le encargó a la Dashnaktsutyun o Federación Revolucionaria Armenia, a la que aludíamos antes. Era un partido político creado en Tiflis en 1890, en el contexto de la aparición del Movimiento de Liberación Nacional de Armenia, para reclamar la autodeterminación de este pueblo en un estado propio que se basara en la democracia y la justicia social. La FRA (por sus siglas) se sumó a la Segunda Internacional en 1907 y cuando por fin nació la República Democrática de Armenia pasó a integrar el gobierno, siendo decisiva su opinión para dar el visto bueno a lo que se bautizó como Operación Némesis.

LA FRA contaba con organización paramilitar. Sus miembros se agrupaban en unidades guerrilleras denominadas fedayín y su lema era Azadoutioun gam Mah (Libertad o muerte), contando con amplia experiencia en sabotajes, robos y asaltos como el mencionado, aparte de las labores defensivas que intentaban desplegar para proteger a los ciudadanos armenios de los pogromos otomanos. No es de extrañar, pues, que los fedayina o fedayines obtuvieran amplias simpatías populares. Muchos tenían ánimo de venganza porque al estallar la guerra mundial se habían incorporado al ejército y, mientras, sus familias fueron deportadas, de ahí que se pasaran en masa al enemigo.

Foto coloreada de un grupo de fedayines con la bandera de la FRA/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Al final de la contienda ayudaron y escoltaron a los desplazados y refugiados que marchaban hacia la República Democrática de Armenia desde múltiples rincones del imperio. Buena parte de los que escaparon al genocidio, unos 40.000 aproximadamente, se incorporaron al nuevo ejército armenio, lo que le vino muy bien para afrontar diversas batallas contra los turcos, como la de Sardarapat, que detuvo un intento de invasión del nuevo estado.

Los directores de la Operación Némesis fueron Shahan Natalie y Armen Garo. El primero era un profesor cuya familia pereció en las masacres hamidianas y que, criado por griegos, emigró a EEUU. Se unió a la FRA en 1904, regresando cuatro años después a su Turquía natal efímeramente, ya que estuvo a punto de morir en la masacre de Adana. Durante la guerra regresó como activista de la causa armenia y se puso al frente de la operación. Por su parte, Armen Garo (originariamente Karekin Pastermadjian) también era un militante de la FRA con currículum en acciones terroristas, como el asalto al Banco Otomano de 1896, aunque en la Operación Némesis se limitó a ejercer más bien de autor intelectual porque era embajador en EEUU.

Shahan Natalie y Armen Garo/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Shahan Natalie contó como mano derecha con Grigor Merjanov en la planificación de las acciones. Los dos centenares de integrantes de aquella lista negra de genocidas no se concentraban en un mismo sitio, lógicamente, sino que estaban diseminados por varias ciudades como Bakú, Tiflis o incluso Roma y Berlín, entre otras muchas, así que los golpes debían darse de uno en uno. El primer objetivo fue Mehmet Talaat Pasha, uno de los Jóvenes Turcos (aunque para entonces ya no era tan joven), que había sido ministro de Interior entre 1909 y 1911 y, por tanto, se le consideraba responsable principal de las masacres (así lo indicaban algunos telegramas firmados por él ordenando las matanzas).

Talaat vivía exiliado en Alemania, ya que los tribunales militares aliados lo habían sentenciado a la pena capital junto a otros dieciocho culpables. Viéndolo imposible, los servicios secretos británico y ruso pasaron la información sobre su paradero al FRA y un agente llamado Soghomon Tehlirian lo mató de un tiro cuando salía de su casa en Charlottenburg el 15 de marzo de 1921. Tehlirian, que esperó pacientemente la llegada de la policía, como había mandado Natalie para dar publicidad a la situación armenia, fue procesado pero resultó absuelto por considerar el tribunal que actuó bajo una demencia transitoria causada por el genocidio (era un superviviente de la matanza de Erzincan).

Las tres víctimas más destacadas de la Operación Némesis: Fatali Khan Khoysky, Mehmet Talaat y Said Halim Pasha/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons 12 y 3

Aquel fue el atentado más importante y mediático. Un año antes habían asesinado a Fatali Khan Khoyski, primer ministro azarí, y pocos meses después de Talaat también cayó otro dirigente de Azerbaiyán, el ministro de Interior Behbud Khan Javanshir (ese país había entrado en guerra con la República Democrática de Armenia de 1918 a 1920, de ahí que fueran objetivos). El gran visir otomano Said Halim Pasha fue el siguiente de la lista, estando en Roma, en diciembre de 1921. En abril de 1922 les tocó el turno a Behaeddin Shakir, fundador de CUP (Comité de Unión y Progreso, el partido de los Jóvenes Turcos) y al gobernador de Trebisonda, Cemal Azmi, ambos abatidos en Alemania. Y en julio mataron a Djemal Pasha, gobernador de Siria, mientras visitaba Tiflis. Enver Pasha también estaba en la lista pero murió ese año combatiendo a los comunistas.

Hubo otros pero personalidades menores, desde militares a políticos pasando por espías y hasta armenios acusados de traición por haber denunciado a parientes y amigos a las autoridades turcas. Sin embargo, la Operación Némesis se detuvo en 1922 por varias razones. La primera y fundamental, que en 1920 el Ejército Rojo invadió la República Democrática de Armenia convirtiéndola en la República Socialista Soviética de Armenia, dirigida por Aleksandr Miasnikyan e integrada en la República Federal Socialista Soviética de Transcaucasia. La segunda, derivada de la anterior, que al año siguiente las autoridades soviéticas ilegalizaron la FRA poniendo punto final a sus actividades.

Fuentes: Breve historia del Imperio Otomano (Eladio Romero García e Iván Romero Catalán)/Orígenes del Genocidio Armenio y sus repercuciones contemporaneas (Pascual Avedis Abramian)/Operation Nemesis. The assassination plot that avenged the Armenian Genocide(Eric Bogosian)/Sacred justice. The voices and legacy of the Armenian Operation Nemesis (Marian Mesrobian MacCurdy)/The Armenian Genocide. The essential reference guide (Alan Whitehorn, ed)/Wikipedia/LBV