Los terminales móviles se han convertido en elementos básicos en nuestras vidas, ya que nos ofrecen todo tipo de información en cualquier lugar y momento, nos ayudan en multitud de tareas cotidianas, y a llevar una vida más ordenada y productiva.
Sin embargo, de lo que quizá muchos no somos conscientes es de que la información que vemos y recibimos en nuestros teléfonos inteligentes es solo una pequeña parte de los datos que generan en realidad. Y es que mediante el seguimiento de nuestro comportamiento y actividades, estos productos crean un perfil digital sorprendentemente personalizado acerca de nuestras vidas.
Es más, en muchos casos comparten esos perfiles con otras empresas y se utilizan en decisiones ante las que nos podremos encontrar en el futuro, normalmente sin nuestro conocimiento o consentimiento.
Gracias a la tecnología integrada, los smartphones facilitan el seguimiento y monitorización de nuestro comportamiento, tanto en el uso activo el terminal, como cuando funciona en segundo plano. Aquí se incluye nuestra ubicación, historial de búsqueda en Internet, comunicaciones, actividad en redes sociales, finanzas, datos biométricos, estado de salud, etc.; con los metadatos que todo esto produce.
Así se generan datos que muestran nuestros intereses y preferencias, puntos de vista, pasatiempos o interacciones sociales. Por ejemplo, en un reciente estudiorealizado por el MIT, se demostró que los metadatos del correo electrónico pueden ser usados para mapear nuestras vidas. Así se puede saber la religión o creencias que tenemos, opiniones políticas, orientación sexual, salud, etc.
Los smartphones lo «saben» casi todo de nuestras vidas
Hay empresas que compran y venden esos valiosos datos para poder sacar beneficio propio en el futuro, ya que pueden conocer nuestros ingresos, educación, estado civil, o composición familiar. De hecho, otro estudio reveló que siete de cada diez aplicaciones para teléfonos inteligentes comparten datos con empresas de seguimiento de terceros.
Así se crean imágenes detalladas de nosotros mismos, por lo que en ocasiones los smartphones pueden considerarse como dispositivos de vigilancia. Así las firmas interesadas podrán ofrecernos publicidad dirigida y servicios personalizados, lo que en ocasiones resulta espeluznante debido a su alto grado de acierto. Además esta publicidad puede influir en nuestros hábitos de compra o, por ejemplo, las personas con dificultades financieras podrían ser blanco de anuncios de préstamos bancarios y similares.
Esta publicidad dirigida también puede permitir a las empresas discriminar a determinadas personas o negarles la igualdad de oportunidades dependiendo de la información recopilada, lo que la diferencia enormemente de la publicidad tradicional. También son usadas las aplicaciones de pago y compras, todo ello para conocer la situación económica de los usuarios en cualquier momento, lo que es de gran utilidad a muchas empresas.
Por tanto la mayoría de los usuarios de teléfonos móviles inteligentes estamos expuestos a estos riesgos, ya que es muy difícil detectar la amplia gama de formas en que se recopilan y utilizan nuestros datos desde estos productos; además, para muchos esto es solo el principio.
Fuente > TNW/LBV