La verdad tras la masacre de la IIGM en la que 900 soldados fueron devorados por cocodrilos gigantes

El 19 de febrero de 1945 un millar de japoneses entraron en un manglar de Ramree para huir de los aliados. Allí, según narró después un naturalista canadiense, fueron atacados por reptiles. Según se cree solo sobrevivienron una veintena, aunque en los últimos años la historia ha sido criticada por multitud de expertos

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La Segunda Guerra Mundial fue una de las contiendas mejor documentadas de la historia. El mismo Robert Capa, por ejemplo, puso en riesgo su vida el 6 de junio de 1944 para dejar constancia de las penurias por las que tuvieron que pasar los aliados en Normandía. Sus instantáneas son, a día de hoy, narradoras mudas de lo sucedido. Con esta ingente cantidad de información a nuestra disposición parece casi imposible que todavía existan misterios alrededor de este enfrentamiento. Pero así es. Y uno de los más famosos es el que rodea a una extraña matanza de japoneses sucedida el 19 de febrero de 1945 durante la batalla de isla de Ramree (en Birmania).

 

 

 

 

Según dejó escrito el naturalista canadiense Bruce S. Wright (entonces un soldado que combatía en la «Royal Navy» contra los nipones) en su obra «Wildlife Sketches Near and Far», aquella noche pudo escuchar como un millar de soldados japoneses que se retiraban de sus posiciones eran devorados de forma salvaje por un grupo de cocodrilos. El suceso causó tanto revuelo que, a día de hoy, es recogido en el «Libro Guinness de los Récords» como la masacre más grande de seres humanos perpetrada por animales. Aunque, eso sí, usando como fuente el testimonio del militar. Otros expertos, por el contrario, niegan que esta matanza fuera tan grande. ¿Cuál es la realidad?

Gibraltar al otro lado del mundo

Entender la matanza de esta unidad japonesa requiere retrotraerse en el tiempo hasta el inicio de los años 40. Por entonces los ingleses, especialistas en introducirse como una daga vizcaína en el corazón del territorio enemigo mediante la conquista de pequeños enclaves cercanos (véase Gibraltar) andaban bien posicionados en Singapur, al sur de Malasia. La diferencia es que, en contra de lo sucedido en España, el gobierno británico había extendido sus tentáculos a lo largo de toda la región a golpe de tropas y más tropas.

Aquella zona no podía ser más determinante para los intereses, tanto económicos como militares, de los británicos. «La colonia de Singapur era, sin duda, el punto estratégico de mayor importancia de la región, al ser lugar de paso obligado para todas las rutas marítimas del sur de Asia. Además, Singapur poseía un gran valor simbólico, puesto que representaba el dominio británico en Oriente», explica el periodista e historiador Jesús Hernández (autor del popular blog «¡Es la guerra!») en una de sus muchas obras sobre el conflicto: «Enigmas y misterios de la Segunda Guerra Mundial».

La caída de Singapur, en 1942
La caída de Singapur, en 1942

Todo iba sobre ruedas para los ingleses hasta que, el 8 de diciembre de 1941, los japoneses se movilizaron tras el ataque sobre Pearl Harbour e iniciaron el asalto a la fortaleza malaya del ejército británico. El avance por la zona fue masivo y los aliados se vieron obligados a retirarse hasta la misma Singapur. Una auténtica alcazaba que contaba -según explica Javier Sanz en «Caballos de Troya de la Historia»- con «más de ochenta mil soldados, defensas antiaéreas y artillería pesada para repeler un ataque marítimo por el sur» y, por el norte, con la seguridad que ofrecían los manglares y la selva (intransitables para la infantería y la artillería nipona).

Los ingleses se creían a salvo en Singapur. Pero nada más lejos de la realidad. En pocas semanas, el general Tomozuki Yamashitaorquestó una operación sin precedentes en la que sus hombres rodearon la ciudad por sorpresa y, con gran ingenio, iniciaron un sitio que duró siete jornadas. «Descendiendo por la costa occidental malaya, los soldados nipones se presentaron en la puerta trasera de Singapur. Los británicos no habían tenido tiempo de establecer una sólida línea de defensa y tan sólo pudieron resistir durante una semana la embestida del oficial, más conocido como el Tigre de Malasia», desvela el mismo Hernández en su obra. La urbe fue tomada y los británicos fueron expulsados en una tragedia que Churchill definió como «el peor desastre en la historia británica».

De vuelta

La salida inglesa de la región duró tres años. En 1945, cuando la decadencia de Japón ya era más que evidente, los aliados se propusieron reconquistar para su disfrute (y el de su economía) la región robada. Según desvela el periodista y divulgador histórico Pedro Pablo G. May en «Errores militares», entre enero y febrero de 1945 el XIV Ejército Británico lanzó una gran ofensiva con la que pretendía desembarcar en la costa occidental de Birmania y hacerse (tal y como se explica en la página web de los National Archives británicos) con dos objetivos principales: la isla de Ramree (que les había sido arrebatada durante la campaña de Malasia) y su vecina Cheduba.

Según puede leerse en la extensa obra de Edwyn Gray, «Operation Pacific», antes de atacar los británicos llevaron a cabo varios reconocimientos con canoas para valorar el estado de las defensas japonesas. Cuando los exploradores informaron de que apenas había armas ni hombres que pudieran rechazar el ataque, y que aquello era un juego de niños comparado con Normandía, comenzó la invasión. Los primeros en ablandar las posiciones enemigas a base de proyectiles fueron el acorazado «Queen Elizabeth» y el crucero ligero «Phoebe». Además de varios bombarderos de la «Royal Air Force» que soltaron su letal carga a lo largo de la costa.

Cuando los ingleses consideraron que los proyectiles ya habían reducido la moral enemiga comenzó el desembarco. «Con el nombre de “Operación Matador”, los británicos lanzaron el 21 de enero su asalto anfibio contra la costa de Ramree, con el objetivo de capturar el estratégico puerto de Kyaukpyu y su cercano aeródromo», señala el divulgador histórico español. Los autores del dossier «Man eating by estuarine crocodiles: the Ramree island massacre revisited» (uno de los más concienzudos sobre el tema) confirman este desembarco.

La finalidad de la operación puede apreciarse en el informe enviado por el capitán de la «Royal Navy» Eric Bush para informar de los avances de la operación. En el mismo (reproducido en el libro «The Battle for Burma 1943-1945: From Kohima & Imphal Through to Victory») el militar explica que la «Operación Matador» fue llevada a cabo por la «26 División de Infantería India» y varias tropas al mando del «Mayor General C.E.N. Lomax». Para ser más concretos, señaló en el documento que las brigadas indias 4 y 71 fueron lanzadas al ataque de Ramree con el apoyo de la RAF y de los buques de la «Royal Navy». Todos ellos fueron recibidos, en sus palabras, por «muchos defensores».

Conquista

En el informe oficial, Bush explica que los japoneses plantearon una «dura defensa» que acabó claudicando ante el empuje británico. Después se vieron obligados a retirarse hacia el interior de la isla. A partir de entonces las tornas cambiaron. La resistencia de la costa se transformó en una guerra de guerrillas en la que cada bosque y cada matorral se convirtieron en un bastión por el que se combatía hasta la extenuación. Con todo, el empuje combinado de ingleses e indios terminó doblegando a los nipones.

«Durante semanas se produjeron intensos combates entre ambos bandos sin avances significativos por parte de ninguno de ellos. Entonces la infantería de marina británica logró flanquear a una fuerza de unos mil soldados japoneses y la conminaron a rendirse», añade el autor de «Errores militares». Al oficial nipón no le gustó nada la idea. De hecho, esperó a que llegara la noche para abandonar la posición y partió con sus hombres para enlazar con el grueso de sus compañeros. El problema es que, para ello, debía recorrer un manglar de unos 16 kilómetros.

En el informe de Bush solo se habla de un movimiento de flanqueo antes de la fatídica noche que se sucedió el 7 de febrero (12 jornadas antes de la presunta masacre). «El flanqueo de la 71 Brigada de Infantería India provocó que los japoneses tuviesen que abandonar sus posiciones dominantes […] permitiendo a la 4ta Brigada de Infantería India cruzar el Chaung con dificultad, y avanzar en su persecución», afirma el documento.

Llega la masacre

A partir de este momento los sucesos han sido confirmados y rebatidos por todo tipo de divulgadores, historiadores y estudiosos de la contienda.

En palabras de May, el gran error de los japoneses fue atravesar el manglar. Un terreno que les entorpecía el movimiento debido a que el barro les llegaba «a menudo por encima de la cintura» y a que albergaba todo tipo de animales peligrosos. Desde serpientes venenosas, escorpiones e insectos capaces de transmitir la malaria a un ser humano, hasta un número indeterminado de cocodrilos de agua salada. Los temibles «Crocodylus porosus» que, siempre según este divulgador, pueden medir hasta 7 metros y pesar 1.500 kilogramos.

Crocodylus porosus
Crocodylus porosus

El mismo Eric Bush también hizo referencia al peligro que albergaban los manglares en su informe:

«Entre las desventajas a las que tuvieron que enfrentarse los japoneses se encuentran los horrores indescriptibles de los manglares. Oscuros durante el día y durante la noche, [estaban formados por] hectáreas de bosque denso e impenetrable; millas de profundo barro negro [y contaban con] mosquitos, escorpiones, extraños insectos que vuelan por billones y -lo peor de todo- cocodrilos. Sin comida. Sin agua potable que pudiera obtenerse en ningún sitio. Difícilmente […] los japoneses fueron conscientes de las pésimas condiciones que había allí. […] Los prisioneros que sacábamos de aquellos manglares durante las operaciones fueron encontrados semi-deshidratados y en unas condiciones psicológicas deficientes».

Adentrarse en aquel infierno fue la peor decisión que pudieron tomar los japoneses, pues les metió de lleno en la boca del lobo. Tal y como afirmó el ya mencionado naturalista Bruce S. Wrighten en su obra «Wildlife Sketches Near and Far», después de que el sol se pusiera el 19 de febrero de ese mismo año, los «Royal Marines» escucharon cientos de gritos de desesperación procedentes del manglar hacia el que habían huido los japoneses. Sus palabras han sido repetidas hasta la extenuación en otras tantas investigaciones, pero no por ello dejan de ser menos impactantes:

«Esa noche [19 de febrero de 1945] fue la más horrible que cualquier miembro de la tripulación de la M.L. [lancha de desembarco inglesa a la que pertenecía] haya visto nunca. Los disparos lejanos de los fusiles en aquel pantano negro, los gritos de hombres heridos que eran aplastados entre las fauces de enormes reptiles y el sonido preocupante de los cocodrilos provocó una infernal cacofonía que rara vez se ha repetido sobre la tierra. Al amanecer llegaron los buitres para limpiar lo que los cocodrilos habían dejado. De aproximadamente mil soldados japoneses que se introdujeron en los pantanos de Ramree, solo unos veinte fueron encontrados con vida».

El diario ABC informa de la caída de Ramree
El diario ABC informa de la caída de Ramree

El extracto aparece citado en el dossier «Man eating by estuarine crocodiles: the Ramree island massacre revisited». Sin embargo, existen otras traducciones del mismo pasaje. De hecho, la más conocida es la siguiente:

«Esa noche fue la más horrible que cualquier miembro de la dotación de infantería de Marina haya visto jamás. Los cocodrilos, alertados por el estruendo de los disparos y el olor de la sangre, se reunieron entre los manglares […]. Entre el esporádico sonido de los disparos podían oírse los gritos de los hombres heridos, aplastados por las fauces de los enormes reptiles […]. Con el reflujo de la marea aparecieron los cuerpos de los muertos y heridos que habían quedado atrapados en el barro».

«Esa noche fue la más horrible que cualquier miembro de la dotación de infantería de Marina haya visto jamás»

En cualquier caso, y siempre en palabras del naturalista canadiense, lo que está claro es que unos 1.000 japoneses entraron aquella noche en el manglar solo para caer en las fauces de un grupo de cocodrilos sedientos de sangre. La masacre fue perfecta para los aliados, que tan solo tuvieron que ubicarse en las cercanías del pantano y, según Wright, limitarse a disparar a los pocos que podían escapar de ellos.

Por su parte, Sanz añade en su obra que, a lo largo de la noche, solo hubo un soldado japonés que salió del manglar para rendirse: un médico que hablaba inglés debido a que había estudiado en Inglaterra y Estados Unidos. «Ante aquel espectáculo dantesco, los británicos le pidieron que les ayudase a convencer a sus compatriotas para que se rindiesen. Así lo hizo, pero ningún japonés salió», finaliza.

Controversia

Poco después de que el naturalista explicara los hechos en su obra, la masacre acaecida en Ramree generó una gran controversia entre diferentes expertos e historiadores. Uno de los que estuvo a favor de que la tragedia se sucedió tal y como los narra Wright fue Charles Albert Walter Guggisberg, Este afirmó que las matanzas provocadas por animales se han sucedido a lo largo de la historia y que, en este caso, aunque «algunos japoneses fueron asesinados por el fuego de armas, la mayoría parecen haber sido comidos por cocodrilos». A su vez, la «Burma Star Association» (una asociación formada por antiguos combatientes presentes en esta operación) confirma también los hechos.

Otro tanto pasa con el Libro Guinness de los Récords, el cual define la masacre de Ramree como la mayor de la historia perpetrada por animales. Con todo, se basa en todo momento en la versión ofrecida por el mismo Wright. De hecho, en su versión de 2017 los autores añadieron unas líneas en las que se hacían eco de las dudas históricas que han surgido alrededor de este hecho histórico. «Nuevas investigaciones del canal National Geographic, sin embargo, han puesto en duda esta historia, o al menos la cantidad de muertos», se puede leer en la obra.

Desembarco aliado en la batalla de Ramree
Desembarco aliado en la batalla de Ramree

En los últimos años han cobrado más importancia las versiones que, aunque no niegan que la masacre se produjera, ponen en duda el número de fallecidos que produjeron los cocodrilos. Entre las voces más críticas y reputadas se encuentra la del historiador británico McLynn Frank. Este carga de forma frontal contra la leyenda en su obra «The Burma Campaign: Disaster Into Triumph, 1942-45» de la siguiente manera:

«Al final es un problema zoológico. Si «miles de cocodrilos» estuvieron involucrados en esta masacre, como afirma el mito urbano, ¿cómo habían sobrevivido estos mosntruos antes y cómo sobrevivieron después? El ecosistema de un manglar, con una vida de mamíferos exigua, no habría permitido la existencia de tantos saurios antes de que llegaran los japoneses (los animales no están exentos de las leyes de la superpoblación y la inanición). Al final ese problema es una evidencia externa».

«Los animales no están exentos de las leyes de la superpoblación y la inanición»

También es reseñable la aportación del estudioso S. G. Platt. Durante el año 2000, este investigador se trasladó hasta Ramree y entrevistó a varios supervivientes de entre 67 y 86 años que se hallaban en la zona aquel día. La mayoría coinciden en que, aunque es cierto que los reptiles colaboraron en la muerte de los nipones, una buena parte de ellos dejaron este mundo debido a la falta de alimentos, a enfermedades como la disentería y a la falta de agua. Según sus conclusiones, apenas 10 o 15 habrían muerto devorados.

Tras estudiar los sucesos y las fuentes documentales, los autores de «Man eating by estuarine crocodiles: the Ramree island massacre revisited» son tajantes: «En definitiva, no hay evidencias de que los cocodrilos protagonizaran esa masacre». De hecho, estos expertos ponen en tela de juicio el mismo libro del naturalista al afirmar que, tras zambullirse en las fuentes, es probable que no se encontrara en la zona de la tragedia cuando se produjo (por lo que habría escrito en base a los testimonios locales). El mito, por lo tanto, se encuentra a medio camino entre la realidad y la leyenda.

Fuente ABC