Con la convicción de que la energía de las olas podría cubrir el 10% de la demanda a nivel mundial en 2050 y de que, en ese terreno, el Reino Unido tiene mucho que decir, Gales está en la carrera para dar con una solución viable. Para ello, los esfuerzos se concentran sobre WaveSub, una tecnología ideada y fabricada íntegramente en el país, con la que creen haber resuelto los principales desafíos que plantea la generación de energía mareomotriz.
Así lo ve Marine Power Systems, que acaba de poner a punto un prototipo listo para testarse en condiciones reales. Para ello, ha necesitado nueve años de trabajo y cinco millones de libras en ayudas públicas y aportaciones privadas con las que, aseguran, han dado con un diseño que solventa los cuatro grandes desafíos al aprovechamiento de las olas como fuente de energía sostenible. “Promete avances para la pujante industria de la energía marina con la generación de energía asequible y fiable”, aseguran los fabricantes. Tanto es así, que un equipo de 100 metros de longitud y 5 megavatios podría aportar energía suficiente para 5.000 viviendas.
Para ello, uno de los primeros escollos sorteados ha sido el de la capacidad de los equipos para resistir en el mar, incluso en las condiciones más severas. Este sistema que opera a 10 kilómetros de la orilla lo logra con la habilidad para alterar la profundidad a la que se ubica y, de este modo, sumergirse para resistir las tormentas. “Se esconde”, explican los fabricantes, que subrayan que, además de proteger el equipo, esta particularidad es crucial para que siga generando energía a un nivel óptimo sin importar el estado que presente la mar.
Además, todo esto se simplifica con una particularidad respecto a otros sistemas. Frente a otras muchas aproximaciones, WaveSub opta por operar bajo la superficie marina, de manera que garantiza la captación de energía sin exponerse a riesgos. Con esta ubicación, la innovación utiliza de manera continua el movimiento orbital de las olas para accionar un sofisticado sistema de toma de fuerza. De ahí, la energía generada se traslada a tierra a través de cable submarino.
Otros dos retos que esta tecnología afirma haber superado se refieren a los costes, tanto de producción, como de operaciones, dos aspectos clave para que el aprovechamiento de esta energía sea viable. Y así lo creen desde Marine Power Systems, que va a remolcar ahora su prototipo al área de pruebas FaBTest en Cornwall, para comprobar si las previsiones se replican en un amplio rango de condiciones marinas.
Pero este país no es el único que toma posiciones en este terreno. Noruega, que ya aprovecha este recurso con una instalación de 250 kWh de potencia en activo; o Suecia, pionera en producir comercialmente energía del movimiento marino, son algunos ejemplos.
Sin embargo, hay más y se extienden de extremo a extremo del planeta. Australia, Brasil o Japón son algunos de los países que están explorando sobre esta materia, como lo hace Estados Unidos. El interés del gigante norteamericano se refleja en 12 millones de dólares en ayudas repartidos en junio de 2017 para dar un empujón al desarrollo tecnológico que permita capturar la energía de los mares y ríos del país.
En concreto, Estados Unidos centra sus esfuerzos en la materia sobre cuatro proyectos, dos de los cuales permitirán testar en aguas abiertas prototipos de conversores de energía de las olas (WEC). Además, las ayudas concedidas permitirán avanzar en la integración en las boyas de la medición de olas por radar, lo que permitiría afinar las predicciones.
Con un consumo global de electricidad que se espera que duplique los 21.000 TWh al año actuales en 2050, la carrera para dar con soluciones que permitan obtener energía de las olas de forma segura y viable en costes está en marcha. En juego, una fuente inagotable de energía, el movimiento del agua, que podría sumar hasta 80.000 TWh anuales, según la Agencia Internacional de la Energía.
Fuente Ecoinventos