El salmón modificado genéticamente podría venderse en una tienda cerca de tu casa

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El salmón se agota. Tanto es así que no hay una entre las 17 poblaciones del Pacífico que no esté o en peligro de extinción o en camino de entrar en situación de riesgo. Y, mientras esto sucede, lo que no desciende es ni la demanda ni las causas que han desencadenado una situación que podría suavizarse con el cultivo de una especie homóloga, pero modificada genéticamente. Aunque son muchas las reservas sobre este asunto, el producto está ya en el mercado en ciertos países y podría ponerse a la venta en Estados Unidos en un futuro próximo. Entre las ventajas, la menor presión sobre la especie y una huella de carbono al menos 23 veces inferior.

 

Entre las voces que repiten con más intensidad ese mensaje y, con él, las bonanzas del salmón modificado genéticamente, la de AquaBounty. Esta empresa con base en Massachusetts no es nueva, ni está cerca de serlo (se fundó en 1989). Sin embargo, las dificultades para sacar adelante su visión, lo que ellos entienden como el salmón “más sostenible del mundo”, no han sido pocas.

Por un lado están los recelos de los consumidores que, mayoritariamente, se han pronunciado en contra del consumo de alimentos alterados por la mano del hombre. De otro, tampoco juega de cara la normativa, restrictiva en ciertos países. Mientras en Canadá se comercializaron en 2017 hasta cinco toneladas de este salmón, sin especificaciones en su etiqueta, en Estados Unidos las puertas están cerradas.

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Pese a que se baraje 2019 como el año en el que el “supersalmón” de AquaBounty salte a sus mercados, la importación del producto está prohibida en el gigante norteamericano. Lo que no lo está, en cambio, es la venta por parte de esta compañía, que recibió el beneplácito de la US Food and Drug Administration (FDA) en 2015. Para salvar la contradicción, la respuesta de la firma ha sido lanzarse a la construcción de unas instalaciones para producir, en tierra, el salmón genéticamente modificado. Y ahí puede salvarse el principal recelo que levantan este tipo de cultivos.

Para una especie golpeada por la pesca excesiva, la destrucción de hábitats y el calentamiento de las aguas, la contaminación de ejemplares nativos por modificados podría ser letal. Este riesgo es uno de los que tira del freno de la extensión del salmón modificado. Además, ensombrece sus potenciales logros, como esa menor presión del sector pesquero sobre sus homólogos no manipulados, la disminución de las emisiones o la producción de especies más rápido y con un 25% menos de alimentos.

Sin embargo, la iniciativa de esta empresa liderada por Ron Stotish de trasladar sus criaderos a tanques instalados en la superficie terrestre aproxima casi al cero el riesgo de escapes de ejemplares. Por si esto fuera poco, el hecho de que esta compañía solo produzca ejemplares hembra esterilizados elimina además la amenaza de una expansión del material genético modificado por reproducción. “El salmón se criará en sistemas de producción en tierra alejados del océano, eliminando el riesgo de fugas y de contaminación, que podrían impactar en las poblaciones nativas y dañar los ecosistemas marinos”.

La defensa de esta visión por parte de la empresa es tan firme como su determinación para extender la venta de un producto que, no lo dudan, puede contribuir a la mejora de la producción de alimentos y a la reducción de emisiones. Y es que, hoy por hoy, comerse un kilo de salmón en París se traduce en casi tres kilos de CO2 emitidos a la atmósfera.

Vía Grist.Ecoinventos