Los árboles del barrio de Clifton, en Bristol, se han convertido en terreno vetado para los pájaros. Para asegurarse de ello, vecinos de esta zona de la ciudad inglesa han sembrado de espinas de plástico las ramas con el fin de ahuyentar a las aves. ¿El motivo de esta medida contra natura que ha levantado ampollas? Mantener limpios de excrementos los vehículos de alta gama que aparcan a la sombra de esos árboles.
Los residuos generados por los pájaros “pueden causar daños permanentes a la pintura de los vehículos”, argumenta la decisión de varios vecinos la empresa Hillcrest Estate Management, que instaló estos sistemas. Aunque la presencia de estos pinchos es habitual en edificios, lo inédito de la decisión de emplazarlos en los árboles ha generado una cadena de protestas entre vecinos de la ciudad, representantes políticos, organizaciones ecologistas y muchos otros a los que esta iniciativa causa indignación.
“Nuestra guerra contra la fauna: ahora los pájaros no están permitidos en los árboles…?!Espinas contra palomas avistadas en Clifton sobre un aparcamiento de vehículos. ¿Alguien había visto algo así antes?, ¿cómo se permite?”. La de Jennifer Garret, escritora afinada en Bristol, ha sido una de las reacciones más compartidas en Twitter, aunque ni de lejos la única. “Hemos tocado un nuevo fondo. Terrible”, lamenta a su vez Donna Rainey, activista por la conservación del medio natural en Irlanda del Norte.
En la misma línea se ha pronunciado la representante de esta zona y edil por el Partido Verde Paula O’Rourke. “Es una vergüenza ver cómo los árboles se convierten en inhabitables para los pájaros, literalmente”. Pese a todo, parece que el margen para actuar es estrecho o, incluso, inexistente. Esto es así porque los árboles que han sido bordeados de espinas están ubicados en propiedad privada. A esta circunstancia se suma otra que seguiría atando las manos de las autoridades. Ninguno de los ejemplares en los que se han colocado las espinas cuenta con una orden de conservación de árboles, tal y como recoge el Bristol Post.
Una visión radicalmente opuesta tienen los residentes de la zona. En declaraciones recogidas por el Bristol Post, uno de ellos, que se mantiene en el anonimato, insiste en la necesidad de colocar las espinas para proteger los coches, de alta gama. “No hay ninguna otra razón”. Además, asegura que antes de rodear de pinchos las ramas de los árboles probaron con otros métodos, como un ave de rapiña de madera metida entre las ramas para intentar ahuyentar a las aves. “Por alguna razón los pájaros parecen congregarse en esta zona”, suelta entre el lamento y la interrogación sobre los árboles de ese barrio que, como en tantos otros, sirven como lugar de reposo y de anidación a los pájaros que lo habitan.
Fuente Ecoinventos