Arenas bituminosas de Canada, la fiebre del oro negro

En Canada, se ha desatado la fiebre de oro negro, camiones de 600 toneladas destruyen zonas forestales para poder ganar millones de dólares. Lo que tanto despierta el espíritu depredador de las empresas petroleras en el norte de Alberta son sus minas y pozos debitumen.

El bitumen son mixturas de arena con alquitrán que pueden llegar a ocupar grandes extensiones de territorio. Utilizando un proceso de separación adecuado se adquiere el betún, que tiene unas características muy similares al petróleo.

Para extraer el bitumen se practica la minería a cielo abierto, gigantescas excavadoras extraen hasta dos toneladas de tierra para obtener un barril de petróleo. Aunque no siempre la minería a cielo abierto es adecuada, en ocasiones se inyecta en los yacimientos algún tipo solvente junto con vapor de agua para reblandecer la tierra y poder extraerlo. Una vez tienen la tierra ésta se muele y se mezcla con agua caliente formando una masa pastosa de la que se extrae el petróleo.

Los desechos de este proceso se almacenan en enormes lagos artificiales, que como dicen los mismos responsables, no se puede asegurar al cien por cien que no sufran fugas.

Toda esta industria del petróleo se desarrolla en lo que se conoce como las Arenas de Athabasca, una gran extensión de 65.000 kilómetos cuadrados que equivaldría a dos tercios de la superficie de Portugal o dos veces el tamaño de Catalunya. En la actualidad sólo se están explotando 420 kilómetros cuadrádados, por lo que ya podéis imaginar la cantidad de dinero que hay en juego en Canada. Según cálculos las reservas de petróleo de esta zona colocarían a Canada como la segunda reserva mundial de petróleo por detrás de Arabia Saudi, con 175.000 millones de barriles.

La industria petrolera de la zona se concentra en Fort McMurray, lugar de origen de dos gigantescos oleoductos en construcción, el primero pretende conectar los pozos de petróleo con el puerto de Kitimat y desde ahí a China. El segundo oleoducto va directamente a su vecino del sur, sediento de energía, y es que Canada se ha convertido en el primer exportador de petróleo de EEUU con una producción de un millón de barriles al día.

Está claro que el negocio del petróleo en Canada está en auge, las empresas petroleras están como locas por devorar este pastel y llevan invirtiendo en estos pozos 5.800 millones de dólares al año y está previsto que inviertan otros 79.000 millones en los próximos diez años.

Pero toda esta fiebre por las arenas bituminosas está dejando unas consecuencias no siempre bien vistas por las altas esferas. Rio abajo, en Fort Chipewyan, el cancer se ha incrementado un 30% por encima de la media entre sus habitantes, y pese a que no se puede afirmar rotundamente que es por causa de la contaminación de estas minas, debería poner en alerta a las autoridades de Canada.

Otro problema del que no se habla, además del evidente problema medio ambiental y de destrucción del bosque boreal, es que los conflictos sociales se han incrementado en Fort McMurray. La cocaína y el crack se han convertido en una vía de escape para los trabajadores, aunque bien pagados tienen unos turnos muy duros, y el mercado negro de orina para pasar el control de las empresas está en su máximo apogeo.

Una cosa que me ha impresionado mucho y que demuestra la sed de dinero de muchas compañías es que durante mucho tiempo se conocía el potencial energético de estás tierras, pero las técnicas del momento no permitían que se explotaran. En los años 50 y 60 se llegó a barajar la posibilidad de utilizar bombas atómicas para extraer el bitumen y explotarlo comercialmente, algo demencial pero que pasó por la mente de algún directivo de las empresas petroleras.

Fuente Eco13