El meteorito más pesado conocido no dejó cráter al impactar

Meteorito Hoba / foto Shutterstock

Cada día caen a la Tierra varios kilogramos de material procedente del espacio, pedazos de meteoritos, asteroides y similares, casi sin que nos percatemos porque no suelen causar mayores daños. De cuando en cuando sí que aparece en los medios el caso de alguno excepcional, como el de Chelyabinsk en 2013. Pero en general la mayoría se suele desintegrar al atravesar nuestra atmósfera (aunque el gráfico elaborado por la NASA al respecto pueda parecer algo alarmante).

 

 

Hace unos días hablamos del cráter de Kaali, creado por el impacto de un meteorito que se fragmentó antes de caer sobre la isla de Saaremaa en el Báltico durante la Edad del Hierro, arrasando poblados y vegetación. Junto a él, otros 8 cráteres de menor tamaño son la prueba de esa fragmentación en el aire. Eso suele ser lo normal. Pero no siempre.

El meteorito Hoba antes de ser completamente desenterrado / foto Dominio público en Flickr

De hecho, el mayor meteorito descubierto en la Tierra ni siquiera dejó un cráter u otros signos de su impacto. Los científicos creen que la atmósfera desaceleró al objeto (formado principalmente por hierro y con un peso de 66 toneladas) hasta hacer que cayera a velocidad terminal, lo que provocó un impacto de baja energía y favoreció que el meteorito se mantuviera prácticamente intacto. Es decir, habría caído tan lentamente que el golpe apenas habría provocado un pequeño surco en la superficie.

Esa velocidad terminal, o velocidad límite, se alcanza cuando la resistencia del aire iguala al peso del objeto. A partir de ahí da igual el tiempo que continue cayendo, llegará al suelo con esa misma velocidad. Por eso, entre otras cosas, las probabilidades de sobrevivir a una caída desde un piso 50 son las mismas que si nos caemos de un avión sin paracaídas.

Tamaño comparado del meteorito Hoba / foto Shutterstock

En el caso del meteorito Hoba, descubierto en la granja del mismo nombre cerca de Grootfontein en Namibia, parece que además contribuyó el hecho de que sea inusualmente plano, lo que pudo hacer que rebotase sobre la superficie terrestre igual que hacen las piedras planas cuando las lanzamos al agua con tal fin.

Fue encontrado en 1920 en el mismo lugar donde se piensa que impactó hace menos de 80.000 años y donde aun hoy puede contemplarse. Sus 66 toneladas lo convierten en el meteorito más pesado conocido. Evidentemente hubo otros mayores pero se hicieron añicos al impactar, como el de Campo del Cielo, cuyo peso original se estima en 600 toneladas, y del cual el mayor fragmento es el conocido como el Chaco, con 37 toneladas.

Detalle del meteorito Hoba / foto GIRAUD Patrick en Wikimedia Commons

El Hoba tiene unas dimensiones de 2,95 metros de largo por 2,84 de ancho y entre 0,75 y 1,22 metros de grosor, y está compuesto de hierro en un 84 por ciento, níquel en un 16 por ciento y trazas de cobalto. Es por tanto una ataxita, un tipo de meteorito bastante poco común. Su edad ha sido estimada entre 190 y 410 millones de años.

Debido a la desprotección y al vandalismo en años pasados su peso ha quedado reducido en la actualidad a unas 60 toneladas. En Namibia está considerado como monumento nacional.

Fuentes: Geology.com / The Meteorite Exchange / Namibian.org / Wikipedia/LBV.