Los nobles españoles y mexicanos que descienden de Moctezuma, entre ellos el fundador de la Guardia Civil

Si les digo que los duques de Ahumada y los de Abrantes, más los condes de Miravalle y La Enrejada, tienen algo en común, muchos contestarán que su sangre azul. Vale, pero hay algo más, tan insospechado como sorprendente: todos tuvieron un antepasado común que vivió en el siglo XVI y no era precisamente cristiano viejo. De hecho ni siquiera era español. Se llamaba Motēcuhzōma Xōcoyōtzin y ha pasado a la historia como Moctezuma II. Sí, el Huey Tlatoani que gobernaba el centro de México cuando llegó Hernán Cortés en 1519.

Hijo de Axayácatl e Izelcoatzin, era un hombre que Bernal Díaz del Castillo describe como “de hasta cuarenta años, buena estatura, proporcionado, cenceño, pocas carnes, de un color no muy moreno sino con un color y matiz de indio, barba negra y rala, rostro alegre, ojos expresivos que denotaban amor o menester de gravedad, pulido y limpio”. Aguilar añade otros rasgos positivos: “Era astuto, sagaz y prudente, sabio, experto, áspero en el hablar, muy determinado”. Todos los españoles coincidieron también en destacar su generosidad, amabilidad y buenos modales.

A veces se tilda a Moctezuma de soberbio por la majestuosa etiqueta de su corte, que impedía mirarle a los ojos o darle la espalda, además de obligar a referirse a él llamándolo en voz baja “señor, mi señor, mi gran señor” y presentarse descalzo a su presencia. Pero dicha etiqueta la había impuesto Itzcóatl casi un siglo antes, cuando los aztecas impusieron su dominio, y además resultaba sencilla comparada con la de los Austrias. De hecho, Moctezuma era de carácter melancólico, supersticioso y bastante aprensivo, hasta el punto de que, según algunas fuentes, no deseaba ser tlatoani.

Moctezuma II visita las imágenes de sus antecesores talladas en las piedras del cerro de Chapultepec (Daniel del Valle)/Imagen: Arqueología Mexicana

Esa personalidad fue la que le hizo mantener una posición de ambigüedad e indecisión ante la llegada de los españoles, alternando una actitud servil (enviándoles regalos o declarándose vasallo a cambio de que se fueran) con otra artera (amenazando o intentando detener su avance indirectamente, por terceras vías), algo curioso porque había sido un guerrero valeroso. Quizá pesaba más su última ocupación antes de subir al poder, la de sumo sacerdote. Y aunque sabía que los recién llegados no tenían nada que ver con Quetzalcóatl, siguió dejándose llevar por un inexplicable fatalismo, influido por adivinos y presagios.

Su edad rondaría los treinta y cuatro cuando fue elegido en 1502 por el consejo de la Triple Alianza (Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan) para sustituir a Ahuítzol y, pese a todo lo dicho, también podía mostrarse duro e implacable en la aplicación de la ley basándose en la idea de que el respeto se obtenía a partir del temor. Además, gobernaba prescindiendo del Consejo Supremo, igual que su predecesor.

Ahora bien, lo que nos interesa aquí es el tema de su descendencia que reseñamos al comienzo. Moctezuma tuvo una familia muy numerosa. Su esposa legítima se llamaba Teotalco y era una princesa de Tula pero tenía otras de menor importancia, como la hija del rey de Tacuba, la del cacique de Ecatepec o la del cihuacóatl Tlilpotonqui, que además era su prima. Claro que también contaba con muchas concubinas que, dicen, superarían el medio centenar. La mayoría le dieron hijos, así que se calcula que debió tener unos diecinueve, aunque Fernández de Oviedo habla de ciento cincuenta.

Genealogía de la nobleza azteca en el Códice Techialoyan García Granados (Tecuichpo, la hija favorita de Moctezuma, aparece arriba a la derecha)/Imagen: Pinterest

Por supuesto, no todos tenían el mismo estatus. El heredero era Chimalpopoca, vástago de Tezalco Tecuichpo. No llegó a heredar nada porque fue uno de los que murieron durante la Noche Triste. Otros, en cambio, lograron salvarse protegidos por los soldados. La más importante fue su hermana Tecuichpo Ixcaxochitzin, que de pequeña había sido casada simbólicamente con su tío Cuitláhuac. Éste sucedió a su hermano Moctezuma y encabezó la insurrección contra los españoles, si bien resultó efímero porque la viruela acabó con él en menos de tres meses.

Ella tenía entonces dieciséis años y el relevo, tanto en su mano como en el liderazgo mexica, lo tomó Cuauhtémoc, un tlacatlecutli (jefe militar) que era hijo del tlatoani que precedió a Moctezuma, Ahuízotl. Cuauhtémoc fue el último mandatario azteca independiente; cuando cayó Tenochtitlán estuvo cuatro años prisionero hasta su ejecución en 1525, acusado de conspiración. Para prevenir que su viuda volviera a casarse con un notable indígena, por las posibles consecuencias propagandísticas que ello pudiera suponer, se decidió buscarle un marido español; al fin y al cabo, antes de morir Moctezuma le había pedido a Cortés que cuidara de sus hijos.

Moctezuma con su hija Tecuichpo en el Códice Cozcatzin/Imagen: Mexicolore

El elegido fue uno de sus ayudantes, un hidalgo de Alcántara llamado Alonso de Grado al que se habían concedido en encomienda varias localidades, habiendo sido sometido a investigación por maltrato a los indios pese a ser visitador general. La boda se celebró en junio de 1526 pero el enlace duró poco porque él falleció nueve meses después, no consta de qué (“murió de su muerte” dejó escrito Bernal). Así que hubo que buscarle un nuevo esposo a Tecuichpo, que para entonces había sido bautizada (estuvo un tiempo interna en un convento de Coyoacán), trocando su nombre por el de Isabel Moctezuma y recibiendo la encomienda de Tlacopan, la más grande de todo el Anáhuac.

Contrajo matrimonio con el siguiente de la lista, Pedro Gallego de Andrade, estableciéndose ambos en San Luis de Potosí. Increíblemente, Gallego también murió pronto, en 1530, aunque esta vez sí hubo tiempo para que naciera un hijo: Juan de Dios de Andrade Moctezuma. Dos años después Isabel tendría otros cinco con un quinto marido, el primero elegido por ella, Juan Cano de Saavedra, de quien nacieron dos chicas (ambas se harían monjas y fundarían el Convento de la Concepción, en México DF) y tres varones.

Escudo de los condes de Miravalle, concedido a los descendientes de Moctezuma/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Isabel terminó su vida en 1550 pero su linaje continuó por una triple e insospechada vía. Por un lado, tras el óbito de Pedro Gallego y antes de casarse con Cano Saavedra, fue el propio Cortés el que engendró con ella a una niña. Él la reconoció y le dio su apellido pero Isabel la repudió, lo que lleva a elucubrar que pudo ser forzada. En cualquier caso, como vimos, el conquistador prefirió no tomarla como esposa para evitar engrosar rumores, en el sentido de que quisiera entroncar con la nobleza autóctona para legitimar su autoridad absoluta en aquel territorio y ella aprovechó que Cortés tuvo que marchar a España (donde Carlos V refrendó la legitimidad de la niña) para unirse a Cano de Saavedra.

El caso es que la pequeña fue bautizada como Leonor Cortés Moctezuma y su padre la entregó para su crianza a su primo Juan Altamirano, hasta que concertó su casamiento con Juan de Tolosa, uno de los conquistadores de Nueva Galicia. Tuvieron una prole numerosa, aunque se desconocen los nombres de algunos. Sí se sabe que una de las hijas, Leonor de Tolosa Cortés Moctezuma, contrajo matrimonio con Juan de Oñate (explorador de lo que hoy es EEUU). De Leonor proceden muchos miles de descendientes hasta hoy.

Árbol genealógico de Isabel moctezuma/Imagen: HJPD en Wikimedia Commons

Por cierto, el viudo de Isabel regresó a España y su hijo se casó con la noble cacereña Elvira de Toledo y Obando. Asimismo, como pago de un dinero que le había prestado, se quedó con el derecho de primogenitura de Juan de Andrade Moctezuma, el hijo mayor que Isabel tuvo con su anterior marido, de manera que la línea hereditaria cambió ligeramente de dirección. Un descendiente ya del siglo XVIII, Francisco de Moctezuma Torres, se casó con la octava marquesa de Cerralbo.

La otra importante vía de ese trascendental mestizaje fue el otro hijo destacado de Moctezuma que sobrevivió a la Noche Triste, Tlacahuepantzin Yohualicahuacatzin, hijo de una esposa del tlatoani llamada María Miyahuaxochtzin, princesa de Tolán. A Tlacahuepantzin se le bautizó, poniéndosele como nuevo nombre Pedro Moctezuma. Apodado el Príncipe, vivió hasta 1570 y tuvo un vástago llamado Ihuitemotzin, rebautizado Diego Luis, que se casó en España con la aristócrata Francisca de la Cueva y Valenzuela, quedando a partir de entonces toda su descendencia en Europa.

Escudo de armas del Ducado de Moctezuma de Tultengo/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

A su nieto, Pedro Tesifón, le concedió Felipe IV el título de Conde de Moctezuma en el año 1624. En 1865 ese título lo transformaría la reina Isabel II en el Ducado de Moctezuma, que hoy en día persiste redenominado desde 1992 como Ducado de Moctezuma de Tultengo en referencia a esa localidad mexicana y recobrando así el nombre que tuvo en tiempos de Carlos II. Doble titulación porque precisamente ese último Austria otorgó en 1690 el Condado de Miravalle (en Compostela de Indias, actual Nayarit) a los descendientes de Moctezuma; los condes de Miravalle recibieron una pensión, primero española y luego mexicana, hasta 1934.

A su vez, el hijo de Pedro Tesifón, llamado Diego Luis como su abuelo, engendró un hijo ilegítimo, Pedro Manuel Moctezuma, cuya nieta Bernarda se casó a mediados del siglo XVIII con Pedro Morejón Girón y Ahumada; el biznieto de este matrimonio fue Francisco Javier Girón Ezpeleta, duque de Ahumada y fundador y primer director de la Guardia Civil. La nieta de Pedro Tesifón, Jerónima María de Moctezuma y Jofré de Loaysa, tercera duquesa de Moctezuma, contrajo matrimonio a principios del siglo XVIII con el virrey de Nueva España José Sarmiento de Valladares y Arinés, primer titular del Ducado de Atrisco (este título lo creó Felipe V en 1708 y se lo dio a Sarmiento como recompensa por sus servicios; el nombre se refiere a Atlixco, uno de los tres señoríos del virreinato).

Escudo de armas del Ducado de Atrisco/Imagen: Xavi García en Wikimedia Commons

Todavía quedaría hablar de una tercera vía de linaje, la de Xipaguatzin. También la había tenido el tlatoani azteca con una esposa menor y pudo salir viva de la escabechina de la retirada de Tenochtitlán. Como sus hermanos, abrazó la fe cristiana y pasó a ser María de Moctezuma, conviviendo -no se sabe si legalmente o no- con Juan de Grau y Ribó, uno de los hombres de Cortés. Grau era barón de Toloríu, por lo que se establecieron en el castillo que éste tenía en esa población de Lérida. La leyenda dice que en otra de las residencias de su propiedad, la de Vima, guardaban el tesoro de Moctezuma.

Pero todo esto no es más que una pequeña y sintética muestra, ya que se calcula que hubo en torno a dos mil descendientes de Moctezuma desde entonces hasta hoy y que actualmente son entre seis y siete centenares en México más unos trescientos cincuenta en España. Eso sí, no todos tienen sangre azul.

Fuentes: Historia verdadera de la conquista de Nueva España (Bernal Díaz del Castillo)/Moctezuma (Germán Vázquez)/La conquista de México (Hugh Thomas)/El cacicazgo en Nueva España y Filipinas (Margarita Menegus Bornemann)/De América a Europa. Cuando los indígenas descubrieron el Viejo Mundo (1493-1892) (Éric Taladoire)/Moctezuma’s children. Aztec royalty under spanish rule, 1520–1700 (Donald E. Chipman)/Wikipedia/LBV