La gran isla mencionada por Heródoto que desapareció de los mapas en el siglo XV

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La isla en la Nona Europae Tabula / foto dominio público en Wikimedia Commons

No se trata del único caso, a lo largo de la Historia se tienen noticias de islas desaparecidas por causas naturales y catástrofes, también de islas fantasma situadas en los mapas por cartógrafos celosos para desenmascarar plagios y competencia desleal. No obstante el caso que nos ocupa aquí reviste ciertas connotaciones que lo hacen singularmente atractivo.

Claudio Ptolomeo fue un geógrafo greco-egipcio que trabajo en la Biblioteca de Alejandría durante el siglo II d.C. Hacia el año 150 d.C. publicó la que sería una de sus obras más importantes, la Geographia, en la que describía el mundo tal como era en su tiempo.

El manuscrito de la obra iba acompañada de mapas, ninguno de los cuales ha sobrevivido. Todos los que existen actualmente son obra de copistas medievales (monjes bizantinos bajo la dirección de Maximus Planudes hacia 1295), pero en cada uno de los manuscritos se indica que Agatodemo de Alejandría delineó todo el mundo habitado de acuerdo con los ocho libros sobre Geografía de Claudio Ptolomeo.

Retrato medieval de Ptolomeo / foto dominio público en Wikimedia Commons

Este Agatodemo pudo ser, según algunos autores, contemporáneo de Ptolomeo, pero lo cierto es que poco o nada más se sabe sobre él. Lo que si parece claro es que fue él quien creó los mapas o los copió posteriormente. Estos mapas debieron jugar un importante papel en la expansión del Imperio Romano hacia el Este, pero la obra cayó en el olvido poco a poco en el mundo occidental. Sin embargo los cartógrafos musulmanes ya utilizaban copias en el siglo IX.

Tras el redescubrimiento de la Geographia por Planudes en 1295 y su traducción del griego al latín en Florencia en 1406, serían la base de la cartografía renacentista.

Pero vamos con la isla en cuestión. En el 9º Mapa de Europa de Ptolomeo (Nona Europeae Tabula, publicado en 1467 y conservado en la Biblioteca Nacional de Polonia), así como en muchos mapas posteriores, aparece una isla situada en el Mar Negro, a la altura de la actual ciudad de Rezovo y la frontera entre Bulgaria y Turquía.

No se trata de una isla pequeña, comparativamente podría equipararse a la actual isla griega de Tasos (unos 398 kilómetros cuadrados). El problema es que hoy en día no hay ninguna isla en esa ubicación.

La Nona Europae Tabula / foto dominio público en Wikimedia Commons

En los mapas lleva el nombre de Cyanida (Azul) y en algunos toma la forma de dos islas separadas por un pequeño canal. El caso es que después del siglo XV desaparece completamente de los mapas y ya nunca vuelve a aparecer.

Pero volvamos a las fuentes antiguas. Herodoto comenta a tenor de la expedición de Darío contra los escitas:

Luego que Darío salió de Susa llegó al Bósforo de Calcedonia, lugar donde se había construido el puente; entrando en una nave, fuese hacia las islas Cianeas, como las llaman; de las cuales dicen los griegos que eran en lo antiguo vagas y errantes. Sentado después en el templo de Júpiter Urio, estuvo contemplando el Ponto, pues es cosa que merece ser vista, no habiendo mar alguno tan admirable (Herodoto, Historia IV-LXXXV)

Y más adelante:

Pasadas las Cianeas, la armada llevaba su rumbo hacia el Danubio, y habiendo navegado por el río dos días de navegación desde el mar, hicieron allí un puente sobre las cervices del Istro, esto es, en el paraje desde donde empieza a dividirse en varias bocas (Herodoto, Historia IV-LXXXIX)

De la descripción de Herodoto se deduce que la isla (o islas) era lo primero que se encontraba en el camino de los navíos que se internaban en el Mar Negro desde el Bósforo, justo como lo muestran los mapas ptolemáicos.

Mapa de la Geografía de Francesco Berlinghieri, basada en la de Ptolomeo, 1482 / foto Sailko en Wikimedia Commons

A principios de la década de 1980 un profesor de geomorfología y cartografía búlgaro de la Universidad de Sofia llamado Dinyo Kanev, fallecido en 1997, investigó el fondo submarino frente a las ciudades de Rezovo (Bulgaria) e Igneada (Turquía). En su estudio, publicado en 1982, asegura que existen evidencias geomórficas de una isla sumergida o hundida a unos 4 o 5 kilómetros de la costa: hay un gran banco de arena con rocas sumergidas, probablemente restos de una isla destruida.

Dado que la isla había desaparecido de los mapas a finales del siglo XV, concluyó que debió hundirse hace unos 500 años. Además, sugirió que el hundimiento pudo ser provocado por la combinación de movimientos tectónicos y erosión. Y es que en esa zona del Mar Negro las corrientes marinas circulan de sur a norte: con la ayuda de terremotos y deslizamientos, las constantes olas rompientes destruyeron gradualmente la isla de Cyanida según Kanev.

Las Simplégades atravesadas por los Argonáutas / foto British Museum

No falta tampoco su identificación con las míticas Simplégades, en ocasiones llamadas Rocas Cianeas en los textos mitológicos. Son las famosas rocas flotantes que chocaban una contra la otra aleatoriamente, y que los Argonautas consiguen atravesar con éxito en su camino a la Cólquide. En la Odisea aparecen citadas por la hechicera Circe como advertencia a Odiseo, situándolas cerca de los monstruos Escila y Caribdis:

Ninguna embarcación de hombres, en llegando allá, pudo escapar salva; pues las olas del mar y las tempestades, cargadas de pernicioso fuego, se llevan juntamente las tablas del barco y los cuerpos de los hombres. Tan sólo logró doblar aquellas rocas una nave surcadora del ponto, Argo, por todos tan celebrada, al volver del país de Eetes; y también a ésta habríala estrellado el oleaje contra las grandes peñas, si Hera no la hubiese hecho pasar junto a ellas por su afecto a Jasón. (Odisea, XII–55)

La zona donde habría estado la isla, en Google Maps

También Apolonio de Rodas las menciona en sus Argonáuticas, un poema épico escrito en el siglo III a.C.:

Nada más que me dejéis, lo primero que veréis son las dos Rocas Ciáneas, allí en el lugar en que se estrechan las aguas del mar. Yo os aseguro que nadie podrá escapar sano y salvo si intenta atravesarlas, pues no están asentadas en raíces profundas, antes bien continuamente van al encuentro la una de la otra chocando entre sí, y una masa ingente de agua se amontona sobre ellas borbotando, y la roca firme de la costa brama alrededor con ruido penetrante (Apolonio de Rodas, Argonáuticas II–319)

En cualquier caso, la versión del colapso natural vendría apoyada por la evidencia de de restos de diferentes ciudades antiguas sumergidas en las costas del Mar Negro: Byzone, actual Kavarna; Acra, cerca de la actual Chernomorets; o Messembria, hoy Nesebar, entre otras.

Fuentes: Archaeology in Bulgaria / The Geology of Bosphorus (George Washburn, en American Journal of Science, vol.106) / Argonáuticas (Apolonio de Rodas) / Wikipedia/LBV.