La corbeta Orue contra los corsarios ingleses

La corbeta Orue contra los corsarios ingleses

Corbeta francesa parecida a la corbeta Orue

Durante la larga guerra de 1796 a 1808 contra los británicos, el tamaño del enorme imperio español hizo que muchas zonas no pudieran ser protegidas todo lo que hubiera sido deseable, haciendo que los corsarios enemigos, en este caso ingleses, infestaran aquellas áreas donde la presencia de la Armada o corsarios españoles era mínima o directamente inexistente.

Una de esas zonas poco protegidas era la del Pacífico Sur, donde el virrey del Perú se las veía y deseaba con los corsarios ingleses que han tirado a barrenar nuestros conatos mercantiles y nuestra navegación en el océano Pacífico, presentándose durante la paz con capa de amigos, y después como enemigos.

Así que a principios de 1800 destinó a la fragata Leocadia, de 34 cañones, bajo el mando del capitán de navío don Antonio Gómez de Barreda, junto a otros dos buques: las corbetas Castor, apresada a los ingleses poco antes, mandada por el teniente de navío Francisco Gil de Taboada; y la Orue, otra embarcación ex inglesa y mandada por don Domingo de Orue, de quien tomaba el nombre dicha embarcación. Este hombre había sido gratificado en marzo de 1799 con un grado militar de la Real Armada por su gallarda defensa que hizo en el puerto de Haasco contra un corsario inglés, al que acometió por tres veces obligándola a retirarse. La división quedaba al mando de Barreda.

Sus órdenes eran cruzar Guayaquil a las islas Galápagos y apresar o destruir a todo corsario que se encontraran. Salieron el 21 de enero y, después de reconocer la costa septentrional en demanda de enemigos, recalaron en las Galápagos el 10 de febrero sin encontrarlos.

El día 24 anclaron en la gran bahía de Santa Isabel, donde tampoco tuvieron noticia de enemigos. En consecuencia, el 27 partieron para seguir buscando.

El 5 de marzo, mientras se hallaban al norte de la isla, la fragata Leocadia se separó de las corbetas por una cerrazón de noche y no pudo unirse a aquellas a pesar de que maniobró para ello. Esta fragata arribaría en Pina a los 78 días, tomando víveres después en Paita y regresó a el Callao con cacao y quina que debía retornar a estos puertos.

La corbeta Orue y la Castor se quedan solas
Ambas corbetas navegaron juntas hasta el 31 de marzo, que por igual suerte se separaron. La corbeta Castor siguió por la costa norte de la isla el 3 de abril y allí descubrió dos buques que iban hacia tierra. Intentó reconocerlos pero no volvió a verlos. Así que se fue hacia Puna, anclando en Guayaquil a los cuatro meses y medio de su crucero. De la Castor hablaremos la semana que viene, puesto que tuvo otra aventura digna de relatar.

La corbeta Orue tras separarse se halló a los tres días sobre la punta meridional de la bahía de Santa Isabel, divisando al mediodía a dos fragatas algo distantes la una de la otra, poniéndose en facha una de ella con bandera inglesa, a lo que el comandante Orue correspondió con la misma, dándole caza mientras la otra fragata inglesa maniobraba para persuadirla.

A las cuatro de la tarde las avistó Orue unidas en el canal de Narborought, acercándose a ellas como a una legua. Por la noche desaparecieron, hasta que al día siguiente por la tarde al desembocar por el canal la corbeta Orue entró en su alcance y reconocimiento, divisando esta vez a una tercera embarcación. Ya eran tres fragatas.

La más inmediata a los españoles les disparó, lo que reafirmó en que eran en verdad enemigas. A pesar de la gran superioridad, el capitán Orue, visto el buen ánimo de su tripulación, quienes incluso querían entrar en combate, se decidió por darles caza.

El día 5 a las diez las divisó formadas en línea de batalla, viniendo sobre su corbeta, tomando entonces la vuelta encontrada para tomarlas el barlovento y romper el fuego, ciñendo las fragatas inglesas al verla rebasar su línea. La corbeta Orue, aunque reviró sobre ellas no pudo estrechar las distancias.

Sobrevino la noche y a las seis de la mañana del día 6 los españoles divisaron a dos de las fragatas enemigas. Las dio caza, alcanzando a divisar a la tercera, pero el tiempo y las corrientes les impidieron perseguirlas. Aún así, se cuidaron de no perderlas de vista, maniobrando a tal efecto. Por fin, el día 7 lograron entrar en acción rompiendo el fuego con dos de ellas, que lo sostuvieron durante tres horas, hasta que al ver que los de la Orue intentaban abordarles, forzaron la vela para impedirlo.

El mar se encalló de tal manera entonces que fue preciso hacer remolque con las embarcaciones menores, con cuyo auxilio y con la bandera roja al tope (que indicaba que no darían cuartel si no se rendían), rindió a una de las fragatas a las 10 de la mañana, y la otra a las 5 de la tarde. Una de las fragatas inglesas también se llamaba Castor, como la corbeta española separada de la Orue, con 280 toneladas y montaba ocho cañones de a 18 libras y dos de a 6. Buena artillería no cabe duda. Estaba tripulada por 27 hombres. La otra fragata se llamaba Bretaña, de 305 toneladas, y montaba ocho cañones de a 12 libras y tenía 22 hombres de tripulación. Ambas tenían patente de corso, por lo que no fueron considerados piratas y fueron tratados como prisioneros de guerra.

La fragata Castor inglesa había recibido 5 balazos a la lumbre del agua, tuvo cinco heridos y tenía dos cuerdas inutilizadas, además de bastante daño en el velamen. La Bretaña sólo lo tuvo en el aparejo.

Ambas presas fueron marinadas por la gente de la Orue hacia el este. La corbeta española divisó el día 10 a la tercera fragata que se rindió sin defenderse. Tenía 10 cañones y se llamaba Catalineta (sic).

La corbeta Orue había tenido 7 heridos, uno de ellos de gravedad, tres balazos a flor de agua, rendido el mastelero de velacho, astillado el trinquete, daños en el costado, velamen y jarcia. Aún así, prosiguió su crucero en demanda de otra fragata que les habían avisado que andaba saqueando aquella zona. La Orue pasó a Arica para informarse mejor, dejar a los tocados de escorbuto, tomar refrescos y reforzar la tripulación, pero los vientos contrarios hicieron que el capitán Domingo Orue decidiera entrar en Ylo el 12 de junio donde dio parte de todo los sucedido.

Fuente: Gaceta de Madrid.