HISTORIA DE ESPAÑA: LA INVASION NAPOLEONICA

Os hablamos ahora de la que fue La invasión Napoleónica, uno de los episodios más sangrientos en la historia de España y que marcó un cambio en la monarquía de España al abdicar el Rey Carlos IV, en favor de de su hijo Fernando, quién asumió con el nombre

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Historia de España: la Invasión Napoleonica

La Guerra de la Independencia Española fue parte de las llamadas Guerras Napoleónicas, que se azotaron a casi la totalidad de Europa a comienzos del siglo XIX. Francia (Imperio Napoleónico) se enfrentó a una alianza entre España, Reino Unido y Portugal, cuyo objetivo era el control de la Península Ibérica. Hoy os hablaremos de la Invasión Napoleónica que dio inicio la guerra entre España y Francia.

Inicialmente España era aliada de Francia, mediante el acuerdo suscripto por el primer ministro Manuel de Godoy y por Francia, mediante el Tratado de Fontainebleau. En virtud de él, en 1807, los ejércitos franceses cruzaron España con el objetivo invadir Portugal.

 

 

Pero en 1808, Francia se volvió en contra de España. Bajo el pretexto de reforzar el ejército franco-español que ocupaba Portugal, Francia comenzó a enviar tropas imperiales a España. En febrero de 1808, Napoleón ordenó a los comandantes franceses a tomar las fortalezas militares estratégicas españolas. Era el comienzo de la guerra.

El ejército español se vio prácticamente paralizado: sorprendido, mal equipado, sin sus mejores tropas llevadas por Napoleón a Dinamarca o dispersos desde Portugal a las Islas Baleares.

Para asegurar su hábil maniobra militar, Napoleón tejió una serie de intrigas contra la familia real española. Es lo que se conoce como las Abdicaciones de Bayona, mediante las cuales Napoleón obtiene los derechos sobre la corona de España. El emperador cede sus derechos a su hermano José Bonaparte, quien asumirá como rey de España bajo el título de José I .

Esta usurpación del trono provocó un levantamiento popular que se extendió por todo el país. Los ciudadanos de Madrid se levantaron en rebelión contra la ocupación francesa el 2 de mayo, matando a 150 soldados franceses.

La respuesta fue una brutal represión a los manifestantes que concluyó con los tristemente famosos fusilamientos del 3 de Mayo. Acaba de comenzar la resistencia española y la Guerra de la Independencia.

Desarrollo de la Guerra de la Independencia

Tras el estallido de la revuelta de Madrid, tan cruentamente aplastada por las autoridades francesas, las semillas de la discordia empiezan a extenderse por el resto de la península Ibérica. La población reaccionó agresivamente contra una ocupación francesa que en líneas generales no entendían ni compartían y se comenzaron a agrupar para luchar contra el invasor.

Constitución 1812
Con Fernando VII exiliado en Francia y José I instalado en el trono de Madrid, los sublevados empezaron a luchar en nombre de la legitimidad del rey en el exilio al mismo tiempo que conformaban, con el paso del tiempo un sistema de oposición cada vez más organizado. Así, el vacío de poder en las distintas regiones se va solucionando por parte de los sublevados con la creación de pequeñas juntas que se encargaban del control de una zona en concreto. Con el tiempo, estas pequeñas juntas locales fueron evolucionando hasta crearse juntas provinciales y, finalmente, una Junta Suprema Central Gubernativa del Reino que se proponía como un sistema de gobierno Central opuesto al sistema napoleónico que existía en Madrid a cargo de José I. Esta Junta, además de considerarse como un órgano gubernativo legítimo, tenía también como objetivo aunar los esfuerzos de los sublevados y crear un ejército unificado y organizado que pudiera plantar cara al poderoso sistema napoleónico. Fue precisamente la Junta Suprema Central la que se encargó de convocar las Cortes Generales donde se aprobó la famosa constitución de Cádiz de 1812, aunque la capacidad del gobierno provisional para poner en práctica las reformas acordadas por la Junta y aquellas plasmadas en la Constitución en tiempos de guerra fue bastante escasa.

Por otra parte, las operaciones bélicas continuaban su curso mientras la población rebelde intentaba organizarse. El ejército napoleónico, hasta el momento prácticamente invicto en Europa, sufrió una dura derrota en la famosa batalla de Bailén en 1808 y no controlaba apenas el territorio de la península Ibérica. Sin embargo, Napoleón, al darse cuenta de los niveles de caos que empezaba a alcanzar la situación en el nuevo reino de su hermano, decidió acudir personalmente con un mayor número de tropas para poner orden. Su estrategia fue enormemente exitosa y a partir de 1809 los franceses empezaron a ganar terreno, hasta el punto de que Cádiz, donde se encontraba reunida la Junta Suprema Central, fue la única ciudad que le quedó por conseguir.

El éxito de las tropas napoleónicas fue rotundo durante los años de 1809, 1810 y 1811 y la todavía desunida oposición rebelde no pudo detener su avance. Sin embargo, pusieron las cosas muy difíciles a las tropas napoleónicas, especialmente a la hora de intentar imponer un dominio administrativo y político efectivo en los distintos territorios que iban conquistando, organizando una eficaz política de guerra de guerrillas que fue muy costosa para el ejército francés. El progresivo debilitamiento de Napoleón en Europa, que le obligó a atender otros frentes militares quitando tropas de España, la mejor organización de los rebeldes y el fuerte apoyo militar y económico que les otorgó Gran Bretaña hizo que los franceses fueran perdiendo progresivamente más y más terreno en la Península Ibérica.

Fernando VII
Tras sufrir derrotas tan importantes como la de Arapiles y viendo cómo perdía cada vez más terreno en Europa, Napoleón firmó en 1813 el tratado de Valençay, que recibe el nombre del castillo donde Fernando VII había permanecido retenido durante la guerra de la Independencia junto con su hermano y su tío. En este tratado, se devolvía la corona española a Fernando VII y Napoleón se comprometía a retirar todas las tropas que le quedaban en territorio español. Fernando VII volvió así a España como rey, habiéndose considerado como total la derrota de Napoleón. Todos los órganos vinculados a la lucha española contra las tropas españolas, incluyendo la Junta Central, habían actuado en nombre de Fernando VII e incluso la Constitución de 1812 reconocía su autoridad como monarca, aunque se esperaba que reconociera y jurara la Constitución acordada.

Sin embargo, Fernando VII no pensaba reconocer ni la Constitución ni las reformas que se habían hecho durante la guerra. Poco después de llegar a territorio español, hacía su aparición el llamado “Manifiesto de los Persas” en el que, con el apoyo de los núcleos más tradicionales del poder, se suprimía la cámara gaditana y se volvía al estado de poder absoluto real previo a la llegada de Napoleón a la península, acabando con todos los avances realizados durante el periodo de las Cortes de Cádiz. Es este hecho el que marca el final de la Guerra de la Independencia y la inauguración de un nuevo periodo histórico, donde el sistema absolutista se encuentra dando sus últimos pasos y en el que el Antiguo Régimen como tal acabará totalmente con el inicio del reinado de Isabel II en 1833.

Fuente Sobrehistoria