Hell Gate, la mayor explosión registrada antes de la era atómica

Foto de la explosión de 1885/Imagen: Museum of the City of New York

«En medio de ellos se escuchó una explosión terrorífica que parecía brotar de las entrañas de la tierra (…) Por último, la fuerza explosiva que no se había extinguido aún alcanzó, evidentemente, el depósito principal de dinamita que Adam había hecho bajar al agujero donde se guarecía el gusano. El resultado fue aterrador. Todo el terreno de los alrededores -y hasta una gran distancia- tembló y se abrió en grietas largas y profundas, cuyos bordes se estremecían y se desplomaban, arrojando a lo alto nubes de arena que caían de nuevo silbando al entrar en contacto con el agua que salía a la superficie. La casa, pese a su robustez, se sacudió hasta los cimientos. Grandes piedras saltaban por lo alto como desde un volcán y algunas de ellas -enormes bloques macizos, tallados y trabajados por manos humanas- se desintegraban en el aire como tocadas por alguna fuerza infernal. Los árboles que estaban junto a la casa -y por lo tanto, presumiblemente, encima del agujero- fueron arrancados de raíz y arrojados por el aire”.

 

 

Esta apocalíptica descripción corresponde al final de La madriguera del gusano blanco, la última novela escrita por Bram Stoker, el autor de Drácula.

Imagen de satélite de la ubicación de Hell Gate en Nueva York/Foto: Decumanus en Wikimedia Commons

[Atención, spoilers a partir de aquí] En ella, el protagonista aprovecha una gran cometa atada a la almena de un castillo (originalmente con el fin de espantar a una plaga de pájaros) para atraer los rayos de una tormenta y explosionar la dinamita que previamente ha acumulado en el pozo, acabando con la gigantesca y monstruosa bestia que da título a la obra [fin de spoilers].

Lo curioso de todo esto es que, según se dice, para ese pasaje Stoker se habría inspirado en un suceso real ocurrido en 1883, aunque sin gusano de por medio, claro: la voladura de las rocas de Hell Gate.

Hell Gate es un estrecho que está en el East River de Nueva York, separando la neoyorkina isla de Ward del oeste de la ciudad y a Astoria (Queens) del este. Su nombre significa literalmente Puerta del Infierno, aunque en realidad se trata de una deformación de su apelativo primigenio, la expresión holandesa Hellegate (algo así como Estrecho claro), ya que fue el navegante de esa nacionalidad Adriaen Block el primero que lo atravesó en 1614. Se trataba de un paso peligroso debido a las corrientes que en él había, así como a las rocas semisumergidas, lo que impedía a los buques el tráfico entre el puerto neoyorquino y el Océano Atlántico; docenas de naufragios daban testimonio de ello.

Mapa del lugar mostrando las corrientes/Imagen: www.nan.usace.army

Lo de las corrientes no tenía solución pero las rocas sí se podían eliminar, por eso a mediados de siglo se inició un faraónico plan para despejar aquella ruta. Los primeros estudios los hizo la Armada en 1848, recomendando al final dinamitar algunos puntos como Pot Rock, Frying Pan y Way’s Reef, de manera que se ampliara y volviera más profundo el paso, facilitando la navegación y la defensa portuaria. La misión se le encargó al Cuerpo de Ingenieros del Ejército, cuyos técnicos se pusieron a trabajar en 1851.

El principal obstáculo se situaba en un lugar llamado Hallett’s Point, un promontorio de Long Island donde el East River no sólo se estrechaba sino que además tenía su fondo erizado de arrecifes, y por donde además discurría una corriente que se bautizó como Whorl-Gate, en alusión a los remolinos que formaba, aunque hoy el nombre ha derivado en Hurl-Gate; hurl significa vomitar, lo que resulta igualmente expresivo. De hecho, en 1832 ya se había aumentado la profundidad algo más de medio metro dinamitando las paredes rocosas a través de una batería galvánica pero con resultados limitados; ahora la idea era mucho más ambiciosa, así que los trabajos iban a ser más complejos, no sólo por las dimensiones sino porque la técnica había evolucionado.

En 1867 un informe del general John Newton, responsable del proyecto, concluyó que había que usar un barco de perforación, dotado de veintiún taladros que irían abriendo en el fondo rocoso pequeños agujeros de entre 3 y 4 metros en los que se introducirían cargas de 13 a 15 kilos de nitroglicerina. La idea se probó con éxito en 1869 en Diamond Reef y en 1871 en Coenties Reef pero las obras en Hallett’s Point se iniciaron antes, en el verano de 1869, con la construcción de una presa encofrada de madera que facilitase la apertura de agujeros y galerías, picando a mano en unas partes y con un taladro de punta de diamante en otras. Hubo un parón justo un año después, al acabarse los fondos, pero luego se reanudaron los trabajos hasta removerse un total de más de 6.000 metros cúbicos de piedra.

En 1874 el lecho del East River quedó así sostenido por una red de 6 kilómetros de galerías entibadas, sostenidas por cientos de pilares y destinadas a acoger los explosivos. Ahora bien, era una empresa grandísima y fueron pasando los años mientras se hacía necesario superar obstáculos de todo tipo: naturales, por supuesto, pero también presupuestarios y técnicos. Los primeros se fueron solventando, como hemos visto, los segundos interrumpieron la actividad varias veces pero en un país ya pujante económicamente como EEUU se solucionaban con bastante rapidez; los terceros, en esta última etapa, se centraron en la dificultad de explosionar aquello sin que repercutiera demasiado en el vecindario de Astoria y las islas de Ward y Blackwell.

Plan de excavaciones de Flood Rock/Imagen: The Popular Science Monthly

El reto estaba en conseguir destruir la roca pero sin que la onda expansiva pusiera en peligro vidas humanas ni propiedades. Se decidió que lo mejor era distribuir de forma extensa las minas, adaptándolas a la forma elíptica del arrecife de manera que cada explosión contribuyese a provocar el colapso de la bóveda rocosa, en vez de concentrar las cargas y hacerla saltar por los aires. El explosivo elegido fue una combinación de nitroglicerina y pólvora, con predominio de una u otra según la composición de la roca en cada sitio; se procuró usar el mínimo necesario así que, según los cálculos, haría falta un kilogramo por cada metro cúbico aproximadamente. Para protegerlo de la humedad iba dentro de latas de estaño que había que introducir en cada agujero; el número de éstos ascendía a 4.427, cada uno de 7 centímetros de diámetro más o menos y 2,7 metros de profundidad, separados entre sí 2 o 3 metros, por lo que se tardaron nueve días en tenerlo todo listo.

Las cargas de cebado también se protegían de la corrosión marina con envolturas de latón. Como detonadores se usaron fusibles accionados por baterías que se agrupaban de 20 en 20 -una batería por cada 160 fusibles- y se conectaban con cables; desenrollar éstos llevó un par de días y medio, pues la longitud total superaba los 45.000 metros, constituyendo todo ello un circuito cerrado. La detonación se produjo a las 14:50 del 24 de septiembre de 1876 y se caracterizó por una nube de vapor, gases y roca pulverizada que se proyectó hacia arriba pero sin apenas onda expansiva, hasta el punto de que no se registraron roturas de cristales en las ventanas de los edificios cercanos a pesar de que sí se notó un ligero temblor en Brooklyn y toda Nueva York; el mayor daño, al parecer, fue la caída de pintura de unas casas.

La explosión de Flood Rock vista desde otra perspectiva/Foto: Museum of the City of New York

El volumen de roca eliminado se calcula en torno a más de 48.000 metros cúbicos, a los que habría que sumar otros 34.770 de los trabajos previos a la explosión, en la que se utilizaron un total de 23.000 kilogramos de explosivo. No obstante, todavía faltaba el capítulo culminante de aquella odisea de ingeniería porque pocos años después, el 10 de octubre de 1885, se llevó a cabo otra explosión más grande y a la que, viendo que no había peligro, se permitió asistir a 50.000 espectadores. El objetivo esta vez era demoler Flood Rock, para lo que se usaron 140.000 kilos de explosivos.

La colosal detonación se sintió en la vecina Nueva Jersey y produjo una espectacular columna de agua de 76 metros de altura. Se disputa con la de la Batalla de Messines, en Bélgica (en 1917, durante la Primera Guerra Mundial, cuando los británicos minaron las posiciones alemanas antes de asaltarlas), el honor de ser la mayor de la Historia antes de la de Trinity, la primera bomba atómica probada en el desierto de Nuevo México. Los escombros resultantes sirvieron para fusionar las islas de Great Mill Rock y Little Mill Rock. Con razón inspiraría a Bram Stoker.

Fuentes: The lair of the white worm (Bram Stoker)/The improvement of East River and Hell Gate (general John Newton en The Popular Science Monthly)/The modern high Explosives. Nitro-glycerine and dynamite: their manufacture, their use, and their ppplication to mining and military engineering (Manuel Eissler)/Gunpowder, explosives and the state. A technological history (Brenda J. Buchanan)/The conquest of Hell Gate /Wikipedia/LBV