Miyamoto Musashi, el guerrero invencible que ganó más de 60 duelos

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Portada de la novela Musashi, de Eiji Yoshikawa/Imagen: Wikimedia Commons

Diego García de Paredes, Tlahuicole, Alonso de Contreras, Juan de Dios Aldana, Galvarino… Todos estos nombres tienen una cosa en común: identificar a grandes guerreros de la Edad Moderna. Se podrían añadir más, por supuesto, y uno de los que no deberían faltar es Miyamoto Musashi, uno de los samuráis más famosos de la historia, que alcanzó celebridad no sólo por su habilidad en la lucha sino también como filósofo y que vivió en la misma época que los anteriores.

De Musashi, al que también se conoce por otros nombres como Shinmen Takezō, Miyamoto Bennosuke o el budista Niten Dōraku, se conocen pocos datos de juventud porque era huérfano. Se supone que nació en torno al año 1584 en la localidad de Miyamoto, provincia de Mimasaka, aunque quizá ahí fue donde se crió porque se han propuesto otros sitios y él mismo habla de la provincia de Harima en su obra El libro de los cinco anillos. Era hijo de Shinmen Munisai, consumado maestro esgrimista, y nieto de Hirada Shokan, vasallo del señor feudal Shimmen Iga No Kami Sudeshige.

Miyamoto Musashi esgrimiendo sus característicos bokken (sables de madera)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

No está claro si el padre falleció al poco de nacer Musashi o antes o más tarde porque las fuentes son contradictorias hasta el punto de que hay dudas incluso sobre la paternidad de Minisai. Como tampoco hay apenas datos de la madre, Omasa, la biografía temprana del personaje se vuelve confusa y apunta a que quizá era vástago de Yoshiko, la primera esposa de Munisai, de la que éste se divorció, siendo Omasa sólo su madrastra. Ésta, por cierto, era hija del señor feudal. En suma, la vida de Musashi únicamente empieza a clarificarse a partir de su séptimo cumpleaños.

A esa edad murió Omasa y el niño tuvo que ser acogido por su tío materno Doribo, un sacerdote del templo de Shoreian, que le enseñó a leer y escribir además de iniciarlo en el budismo. Su padre también le habría educado en artes marciales pero por poco tiempo, ya que en 1592 también falleció o, al menos, no se vuelve a saber de él. Las leyendas que circularían sobre Musashi aluden incluso a esa etapa infantil, contando que nunca se bañaba para evitar ser sorprendido indefenso; en realidad, probablemente sea una forma de explicar una afección dermatológica que afeaba su aspecto.

Una pintura del artista Utagawa Kuniyoshi que refleja el carácter mítico que adquirió Musashi, mostrándole sobre el lomo de una ballena/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Japón estaba sumido entonces en un estado de guerra civil por el intento unificador del país del daimyō Toyotomi Hideyoshi, de manera que Musashi no pudo sustraerse a ese contexto, máxime siendo hijo de un samurái. Además, parece ser que tenía una fuerte constitución física y un carácter vehemente; de hecho, se dice que tomó su nombre de un célebre monje guerrero llamado Musashibō Benkei, ya que en la niñez todavía era conocido como Bennosuke. Tan precoz fue en las artes guerreras que no tardó en disputar su primer duelo.

Fue a la edad de trece años, estando aún en el templo con su tío, y el adversario, Arima Kihei, seguidor de la escuela de esgrima Shinto Ryu, tiene el triste honor de haber sido el primer hombre que murió a sus manos. Le siguieron otros muchos. A los dieciséis años derrotó a otro guerrero llamado Akiyama y a los veintiuno era un duelista habitual que nunca perdía un combate. Cabe aclarar que estos combates no tenían por qué ser a muerte necesariamente ni tenían que deberse a razones personales; Kihei, por ejemplo, como si de un deporte se tratase, viajaba de un sitio a otro desafiando con petulancia a quien se atreviera a oponérsele (y eso le costó la vida).

Otra pintura legendaria: Musashi matando a un nue (ser del folklore japonés portador de mala suerte y enfermedades)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

De hecho, Musashi dejó la tutela de su tío hacia 1599 para nomadear haciendo lo mismo, adquiriendo así una experiencia que enriqueció aún más su talento natural. Algunos apuntan a que, aparte de lo impartido por su padre, estudió lucha en la escuela Yoshioka-ryū; como siempre, resulta incierto. El caso es que en 1600 empezó una guerra entre los clanes Toyotomi y Tokugawa, en la que él participó en el bando del primero porque el clan Shinmen, con el que su familia tenía una relación de vasallaje, se había aliado con él.

Así, Musashi tomó parte en el asalto al castillo de Fushimi, en la defensa del de Gifu y en la Batalla de Sekigahara. Pero la suerte le fue esquiva a los Toyotomi, que perdieron la guerra y él tuvo que ocultarse en el monte Hiko por un tiempo. Reapareció con veintiún años y, como decíamos antes, dedicado a los duelos. Sobre todo se fajó contra miembros de la escuela Yoshioka, la más importante y prestigiosa de las ocho clásicas que había en Kioto. En 1604, Musashi derrotó a sus campeones e incluso al maestro Yoshioka Seijūrō y a continuación hizo otro tanto con su hermano, Yoshioka Denshichirō, que reclamaba venganza.

Miyamoto Musashi en combate/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Eso le enfrentó a una banda formada por decenas de otros familiares y amigos de los Yoshioka, que le retaron en las afueras con armas diversas, incluyendo flechas y mosquetes. Musashi llegó con antelación y se escondió, matando por sorpresa a un tercer hermano (que era menor de edad) y defendiéndose de los demás con una espada en cada mano, una larga (katana) y otra corta (wakizashi), originando de esa forma el estilo denominado Niten Ichi Ryu que, según se cuenta, adoptó tras presenciar un duelo a la europea (con ropera y daga). El pertinaz duelista dejó Kioto en busca de aires más tranquilos y, según algunas fuentes, se dirigió a Nara para aprender la técnica de la lanza que practicaban los monjes locales, eligiendo el Templo Enkoji para ello.

Pasó los siete años siguientes haciendo el llamado musha shugyō, una especie de peregrinación para guerreros, mientras perfeccionaba sus habilidades. Para entonces era capaz de enfrentarse ya a cualquier adversario, tuviera éste el arma que tuviera. Y es que siguieron los duelos; más de sesenta disputó y siempre victoriosamente aún cuando muchos de ellos fueron ante maestros. En 1607 venció a Musō Gonnosuke, creador de la escuela Shintō Musō, quien decidido a tomarse la revancha desarrolló un nuevo estilo de lucha con palo; no se sabe si llegaron a combatir por segunda vez.

Una demostración de Niten Ichi Ryu/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

En 1612 fue el turno de Sasaki Kojirō, apodado el Demonio de las Provincias Occidentales, cuya nodachi (una espada larga) resultó inútil ante el bokken (sable de madera) que improvisó Musashi tallando un remo. La lucha se había llevado a cabo en una isla y Musashi tuvo que huir en barca porque los seguidores de Sasaki Kojirō, indignados por su táctica habitual de llegar tarde para poner nervioso al contrario, que consideraban deshonrosa, trataron de matarlo.

Entonces se reactivaron los rescoldos de la guerra civil entre los Toyotomi y los Tokugawa. Musashi volvió a alinearse con los primeros, combatiendo en la denominada Batalla de Invierno de Osaka primero, que acabó en tablas, y en la de Verano, después, que supuso la debacle definitiva de los Toyotomi en 1615. Una leyenda -otra- dice que Musashi mantuvo un duelo singular con Tokugawa Ieyasu, el patriarca de los vencedores, pero es más que improbable porque éste era ya septuagenario.

Retrato de Tokugawa Ieyasu/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

De todas formas, Musashi tenía amigos en el otro bando y por eso al acabar la contienda no fue represaliado. Al contrario, se significó bastante entrando al servicio del señor Ogasawara Tadanao, a quien asesoró en temas poliorcéticos en la construcción de su castillo y a cuyo hijo enseñó artes marciales (especialmente el shuriken, lanzamiento de estrellas ninja). Hablando de hijos, parece ser que también fue en esa época cuando él mismo adoptó uno, Miyamoto Mikinosuke, que en 1626 se haría el seppuku al morir el señor al que había jurado vasallaje.

En eso se diferenciaba de su padre adoptivo, que pese a servir a varios no duraba con ninguno. En cambio sí había reunido un grupo de discípulos en su escuela Enmei-ryū, fundada a partir de un libro que publicó cuando sólo tenía veintidós años, Enmei-ryū kenpō sho, en el que describía la técnica de lucha con dos espadas (katana para atacar y juttepara defenderse). Entre 1623 y 1627 siguió viajando y en Edo entabló amistad con un consejero del shogun, ofreciendo sus servicios como maestro de armas pero no fue aceptado, así que reanudó sus andanzas y en Yamagata adoptó a un segundo hijo, Miyamoto Iori, que le acompañó en lo sucesivo.

Una pareja de jutte del Período Edo/Imagen: Samuraiantiqueworld en Wikimedia Commons

Y así, ambos recorrieron los caminos de Japón hasta que en 1634 entraron al servicio del daimyō Ogasawara Tadazane para reprimir la Rebelión de Shimabara, un levantamiento de campesinos japoneses católicos causado por una hambruna y el exceso de impuestos en combinación con la persecución anticristiana a que los sometía el señor local, Matsukura Shigemasa, deseoso de hacer méritos para aspirar al shogunato. Como a los insurrectos se habían unido muchos ronin (samuráis sin señor), los servicios de Musashi y su hijo fueron muy bien recibidos.

De hecho, Iori se distinguió en los combates y recibió un cargo público como recompensa. Su padre, en cambio, resultó herido de una pedrada y estuvo convaleciente casi todo el conflicto. Era todo un síntoma de que su hora empezaba a declinar. Dejó de viajar y se estableció en el castillo de Kumamoto con el daimyō Hosokawa Tadatoshi, dedicándose a practicar la lucha… y la pintura. Seguía aceptando duelos pero esporádicamente porque el físico le pasaba factura y se tuvo que centrar en la escritura de tratados.

Una visión artística de la Rebelión de Shimabara (Takato Yamamoto)/Imagen: Pinterest

De ellos, el más importante fue Go Rin No Sho (El libro de los cinco anillos), un tratado sobre el arte de la guerra en el que define al guerrero como una combinación de luchador, estratega, artista, artesano, escritor y filósofo con el budismo de telón de fondo, a pesar de que consideraba necesario desvincular la religión del arte militar; “Respeta a Buda y a los dioses sin contar con su ayuda” era una de sus máximas.

Terminó de escribirlo, junto con otro texto titulado Dokkōdō (El sendero de la soledad), en 1645, dos años después de dejar la cómoda vida que le dispensaba el daimyō para retirarse como ermitaño a una cueva del Monte Kimpu. Justo a tiempo porque sintiendo que su tiempo se acababa dejó los manuscritos a su discípulo aventajado y ese mismo año falleció, según algunos expertos de un cáncer. Lo enterraron con su armadura cerca de otro monte, el Iwato.

Fuentes: Myamoto Musashi. Maestro de sable japonés del siglo XVII. El hombre y la obra, mito y realidad (Kenji Tokitsu)/El Libro de los Cinco Anillos (Miyamoto Musashi)/The Lone Samurai: The Life of Miyamoto Musashi (William Scott Wilson)/A Japanese Mirror: Heroes and Villains of Japanese Culture (Ian Buruma)/Wikipedia/LBV