El laberinto cristiano más antiguo que se conoce, en una iglesia argelina del siglo IV

El laberinto es un símbolo, un elemento metafórico presente en la decoración desde la Antigüedad y en casi todas las culturas del mundo.

Desde las de la Edad del Hierro europeas hasta las de la India, pasando por la celta, maya, islandesa, hopi y muchas más, siendo su ejemplo más célebre la civilización minoica y su laberinto cretense.

En este último resulta patente su identificación con la compleja arquitectura de los palacios insulares y muy especialmente el gigantesco de Cnosos (incluso etimológicamente, ya que a ese lugar se le llamaba la Casa del Labrys, un hacha de doble filo que tenía un carácter representativo), pero, en otros casos, el vistoso aspecto de los laberintos no sólo servía para adornar sino también para hacer perder el camino a los espíritus malignos, para simbolizar el período de coronación de un nuevo rey como parte de rituales iniciáticos o, entre los griegos, para expresar la capacidad del Hombre para controlar su destino.

 

 

En la Edad Media, la figura del laberinto se siguió utilizando con esa idea helena pero barnizada con una pátina cristiana, en alusión a la reproducción de ese doble viaje que debía experimentar todo buen creyente: el geográfico, en peregrinación a Tierra Santa o cualquier otro lugar de carácter sagrado, como Roma o Santiago de Compostela, y el espiritual, interior, como tortuoso tránsito hacia Dios, a la manera del seguido por Cristo. Ésa es la razón por la cual resulta frecuente encontrar laberintos pavimentando el suelo de catedrales como las de Notre Dame, Chartres o Amiens, por ejemplo.

Claro que su presencia no se limita a las catedrales y, de hecho, el laberinto más antiguo que se conoce dentro de un templo cristiano se halla en una basílica mucho más modesta situada en la ciudad de Chlef, Argelia.

Esquema del laberinto de Chlef/Imagen: orleansvillefree.fra
Esquema del laberinto de Chlef / Imagen: orleansville.free.fr

Aquí conviene matizar, ya que laberintos más añejos los hay en muchos sitios: los que más se remontan en el tiempo los podemos ver en tablillas como la de Pilo o los sellos de las tumbas egipcias, en petroglifos de Gales y, por supuesto, en piezas minoicas como monedas o cerámica, entre otros muchos casos. Sin embargo, el laberinto de Chlef tiene el honor de ser el más antiguo usado para decorar un suelo eclesial y a gran tamaño.

Chlef es el nombre árabe de la capital de la provincia homónima, situada en el norte del país argelino, a unos doscientos kilómetros de Argel. Ha cambiado de gracia varias veces a lo largo de su historia: si retrocedemos en el tiempo, con la independencia (1962) sustituyó el antiguo nombre francés de Orléansville (adjudicado en 1843) por el árabe de Al-Asnam, que significa Esculturas (hacía alusión a la gran cantidad de estatuas halladas en sus inmediaciones).

Ahora se llama Chlef porque por allí pasa el río nacional más grande, pero aqui nos interesa el primigenio que le dieron sus fundadores romanos, Castellum Tingitanum. Como se deduce, el origen de aquel asentamiento en la Mauritania Cesariense fue un campamento militar -algo que pasaba a menudo-, establecido en tiempos de Augusto hacia el año 60 a.C.

Planta de la basílica con todos sus mosaicos. El laberinto se ve arriba a la izquierda/Imagen: orleansville.fra
Planta de la basílica con todos sus mosaicos. El laberinto se ve arriba a la izquierda / Imagen: orleansville.free.fr

El cristianismo se introdujo a finales del siglo III d.C. Por entonces, vivirían allí unos cinco mil habitantes y parece ser que no fue ajeno a las persecuciones de Septimio Severo. Tal como indica una inscripción, la basílica cristiana de San Reparato se construyó a instancias del obispo Marinus en el año 324, justo antes del primer Concilio de Nicea y reinando Constantino el Grande.

Con esa datación, está considerada la iglesia más antigua de África, si bien su aspecto actual no es el de entonces porque Reparato fue obispo entre el 465 y el 475, según indica un mosaico que decora su tumba en el contra-ábside.

El laberinto se encuentra ahí precisamente, junto a la entrada noroeste. Su diseño, aunque similar, es más sencillo que el de otros edificios romanos norteafricanos. Tiene forma cuadrangular, con dos entradas enfrentadas que llevan a recorrer enteros los cuatro cuarteles en que se divide y que se cree que aluden al cisma que experimenaron los cristianos africanos entre católicos y donatienses.

El criptograma central del laberinto/Imagen: orleansvillefree.fr
El criptograma central del laberinto / Imagen: orleansville.free.fr

Mide dos metros y medio de diámetro y está hecho de mosaico (uno de los pocos que quedan, ya que el resto se perdió); en el cuadrado central hay varias filas de letras que, a partir de la S central, se pueden combinar en cualquier dirección -excepto en diagonal- para leer la expresión SANTA ECCLESIA. La metáfora es obvia: la vida da múltiples vueltas pero todo lleva al centro, a Dios, cuya representación en este mundo es la Iglesia.

El mosaico ya no se puede ver in situ porque después del grave terremoto de 1954, que destruyó buena parte del lugar, fue trasladado a un museo de Argel para protegerlo. En su lugar se dejó una copia que, sin embargo y como se puede apreciar en la foto de cabecera, sustituye el criptograma por un damero, seguramente para evitar problemas con el islamismo radical.

Fuentes: Christianity in Roman Africa: The Development of Its Practices and Beliefs(J. Patout Burns y Robin M. Jensen) / orleansvillefree.fr / Omics International / Wikipedia/LBV

Libro recomendado: Laberintos de la Antigüedad (Miguel Rivera Dorado)