Karnal, la batalla en la que el shah de Persia aplastó a los 2.000 elefantes del emperador mogol de la India

La Batalla de Karnal en un fresco del Palacio de Chehel Sotoun, Isfahán

Hace unos meses publicamos aquí una breve semblanza de Nader Shah, el pastor que se convirtió en rey de Persia y conquistó un imperio. Un genio militar de muy humilde origen que logró ir ascendiendo en la escala social hasta casarse con la hermana del Shah, al que cuando empezó a desconfiar de su ambición derrocó para hacerse con el poder. En 1738, terminada la campaña con la que había expulsado a los invasores afganos de su país, se le ocurrió una nueva aventura bélica: conquistar la India. Muhammad Shah, el emperador mogol, le hizo frente en la colosal Batalla de Karnal, donde le superaba en proporción de seis a uno y contaba con dos mil elefantes de guerra. Y aún así fue derrotado en sólo tres horas.

 

 

Karnal es una localidad del estado de Haryana, en el norte indio. En esa región se habían establecido numerosos señores de la guerra afganos que huían de su derrota ante Nader y como las peticiones de éste a los gobernadores locales para que le extraditaran a esos huidos no fueron escuchadas, ya que resultaba imposible capturar a un pequeño número de individuos desperdigados por las montañas, el Shah encontró el perfecto casus belli para la invasión que estaba deseando. Así que en el invierno de 1738 puso en marcha a su ejército, una tropa no muy numerosa pero veterana y que además contaba con el refuerzo de un contingente georgiano aliado.

Extensión del Imperio Mogol a principios del siglo XVIII/Imagen: NafSadh en Wikimedia Commons

Los hombres de Nader evitaron atravesar el Paso del Khyber, una auténtica trampa donde les esperaban veinte mil mercenarios afganos contratados por el gobernador de Peshawar, cruzando por una ruta alternativa que les enseñó un guía local, rememorando lo que hicieron los persas en las Termópilas un milenio y medio antes. Para esa marcha, que dirigió Nader personalmente, llevaba sólo diez mil infantes ligeros, quedando el grueso de su tropa a la espera de que se demandase su apoyo; así fue porque la caballería enemiga trató de atacar la columna por detrás y ésta tuvo que resistir hasta que llegó la propia en su auxilio.

Superada la situación, el camino quedaba expedito y los persas avanzaron por el Punjab sin que nadie fuera capaz de detenerlos, tomando todas las ciudades que encontraban en su camino y obteniendo un rico botín; sólo de Lahore, por ejemplo, consiguió el pago de dos millones de rupias. Se desataron todas las alarmas y el emperador mogol, Muhammad Shah, reunió un descomunal ejército para frenar al invasor: cerca de trescientos mil soldados que contaban con armas de fuego, artillería y una impresionante fuerza de dos mil elefantes de guerra.

Elefantes del ejército mogol/Imagen: Peter Dennis en War elephants

Partieron de Delhi el 13 de diciembre formando una columna de veinticinco kilómetros de longitud por tres de ancho, una desmesura tal que su movimiento era exasperantemente lento y caótico. Por esa razón, tardaron más de dos meses en recorrer unos ciento veinte kilómetros hasta llegar a Karnal, a donde llegarían los persas inminentemente. Por tanto, estaba claro que aquél sería el campo de batalla. De hecho, Nader ya había explorado la zona, repartiendo sus fuerzas estratégicamente para forzar al emperador a combatir en el terreno que él quería. Ambos contendientes se avistaron el 23 de febrero de 1739.

La mañana siguiente empezó con buenos augurios para Muhammad Shah, ya que recibió la noticia de que se acercaba para unírsele uno de sus hombres de confianza, Sa’adat Khan, con un importante contingente de treinta mil hombres. Esta columna era tan larga que los persas aprovecharon para atacar su retaguardia y llevarse su bagaje. Al enterarse, Sa’adat Khan partió hacia allí apresuradamente, poniendo en fuga a los jinetes kurdos que habían llevado a cabo la acción y pidiendo refuerzos al emperador para aplastarlos en su retirada. A pesar del consejo de prudencia que le expresaron sus generales, Muhammad Shah corrió a ayudarle con nueve mil hombres, entre jinetes yjazāyerchi (mosqueteros).

Mohammad Shah y Mader Shah en las negociaciones que habría tras la batalla/Imagen: dominio público en Wikipedia Commons

Sin darse cuenta, estaba haciendo exactamente lo que quería Nader: disgregar sus fuerzas y ceder la iniciativa. El ataque y retirada de los kurdos no era más que un movimiento de distracción que buscaba atraer a Sa’adat Khan al centro persa, que estaba mandado por el hijo de Nader, Morteza Mirza, y había tomado posiciones en Kanjpura con tres unidades de caballería de élite de un millar de jinetes cada una y armadas con mosquetes y reforzadas por zamburaks, una especie de artillería móvil que consistía en falconetes giratorios montados sobre camellos (los animales se arrodillaban para que el artillero pudiera disparar), que no resultaban útiles contra posiciones fortificadas pero sí contra masas de guerreros.

Un zamburak/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Los indios cayeron en la trampa y se lanzaron contra el centro persa, que los recibió con una brutal descarga de mosquetería para luego pasar a un violento cuerpo a cuerpo. Era la gran baza mogola, ya que lo mejor de sus fuerzas eran sus cincuenta mil jinetes; sus tres mil mosqueteros usaban armas obsoletas y la artillería era un caos de calibres demasiado grandes para ese tipo de batalla, siendo los cañones tan grandes que tardaban una eternidad en llevarse de un sitio a otro en el tiempo requerido. En suma, todo era desorganización frente a un enemigo que compensaba su inferioridad numérica con un orden perfecto, tácticas modernas e incluso uniformes.

Los gigantescos pero obsoletos cañones mogoles/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Mientras tanto, dos unidades de jazāyerchi montados lograron desviar hacia el ala izquierda el avance de otro general contrario, Khan Dowran, alejándolo así de Sa’adat Khan y llevándolo directamente a una emboscada en Kanjpura en la que los jazāyerchi y zamburaks, apareciendo por sorpresa, destrozaron a sus elefantes sin que sirvieran de nada las protecciones que les habían puesto. El mismo Khan Dowran resultó herido de gravedad. Entonces el ala derecha persa, que hasta ese momento estaba inédita, se puso en marcha y envolvió a Sa’adat Khan cuyo paquidermo se enredó con otro. Un soldado de Nader aprovechó la insólita circunstancia para trepar hasta el lomo y exhortarle a rendirse; Sa’adat Khan no tuvo más remedio que aceptar y eso fue la puntilla para las líneas indias, que se descompusieron en un sálvese quien pueda aprovechado por la caballería persa para aplastarlas.

La rendición de Sa’adat Khan/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

La persecución llegó hasta el río Alimardan. Al otro lado estaba el emperador con su ejército, completamente desmoralizado al ver la catástrofe. Nader detuvo a sus hombres en la orilla porque no quería un enfrentamiento en terreno favorable al otro y se contentó con cortarle la linea de suministros por detrás. Pero no haría falta lucha porque los soldados mogoles, al ver aquel dantesco espectáculo y enterarse de la suerte de sus generales (Khan Dowran muerto, Sa’adat Khan capturado) se desbandaron en motines y deserciones.

Era el final de la Batalla de Karnal, en la que se calcula -las cifras son inciertas- que los indios perdieron entre diez y veinte mil hombres con el agravante de que eran lo mejor del país, militarmente hablando; los persas, que apenas registraron cuatrocientos muertos y setecientos heridos (aunque otros números suben las bajas a dos mil quinientas y cinco mil respectivamente), ya no tenían quien les detuviera y entraron en Delhi con el propio Mohammad Shah como prisionero.

Esquema de la Batalla de Karnal/Imagen: Parsa 1993 en Wikimedia Commons

La ciudad fue salvajemente saqueada después de que corriera el bulo del asesinato de Nader y cuando éste retornó a su país lo hizo llevandose un botín fabuloso entre tesoros, diamantes, el famoso Trono del Pavo Real, esclavos, etc. Pero ésa es otra historia que se puede leer en el artículo enlazado al comienzo. La de éste es la magistral victoria en una batalla exquisitamente planteada desde el punto de vista táctico y que tiene muchas similitudes con la de Austerlitz. Con razón a Nader se le conoce con el apodo de el Napoleón persa.

Fuentes: The Sword of Persia. Nader Shah, from Tribal warrior to conquering tyrant(Michael Axworthy)/Iran at war. 1500-1988 (Kaveh Farrokh)/Mughal Empire in India(S.R. Sharma)/War, culture and society in Early Modern South Asia, 1740-1849/Wikipedia/LBV