El entomólogo que se libró de la muerte gracias a un escarabajo

Quien haya leído El señor de los anillos probablemente recordará cómo, al final del libro, se cumple la profecía de que hasta un ser insignificante puede jugar un papel trascendental y, en efecto, Gollum será el que de el impulso postrero y decisivo para acabar la trama.

Es un recurso muy interesante que, curiosamente, se repite en el tema que vamos a ver hoy pero de forma aún más extrema, ya que en este caso fue un simple escarabajo el que salvó la vida de uno de los entomólogos más importantes que ha habido.

Como siempre, viajemos hacia atrás en el tiempo hasta un momento tan señalado como la Revolución Francesa. En el París de aquellos turbulentos tiempos vivía Pierre André Latreille un zoólogo, especializado en entomología, de cierto prestigio. Huérfano, hijo ilegítimo de un padre aristócrata, había sido adoptado por el famoso geólogo Abbé Haüy, quien en 1778 le proporcionó acceso a estudios superiores en el Collége du Cardinal de Lemoine, en Brive (su ciudad natal).

Los continuó luego en la capital, donde publicó Mémoire sur les mutilles découvertes en France , que le permitió ingresar en al célebre Sociedad para la Historia Natural. Al parecer, en ella llegó a conocer personalmente a Jean-Baptiste Lamarck, el naturalista que planteó por primera vez una teoría evolucionista.

Pierre André Latreille/Imagen: Dominio público en Wikimedia Commons

El problema para Latreille fue que en 1786 fue ordenado diácono (un grado por debajo del sacerdocio), algo que pocos años después, en plena efervescencia revolucionaria, no estaba precisamente bien visto. En 1790 se promulgó la Constitución Civil del Clero, según la cual todos los religiosos debían prestar juramento de fidelidad a la Constitución emanada de la Asamblea Nacional. Latreille, que como casi todos los clérigos era profundamente conservador, se negó a hacerlo y fue encarcelado en Burdeos.

Mala cosa ser acusado de deslealtad cuando la guillotina empezaba a funcionar a destajo. Lo normal hubiera sido que el cuello de Latreille terminara bajo la cuchilla pero, como decía al principio, intervino uno de esos seres insignificantes para cambiar el curso de los acontecimientos. Estando en el calabozo esperando sentencia, el avispado entomólogo se fijó en un peculiar escarabajo con el que compartía encierro; lo recogió y estaba estudiándolo tan ávidamente que cuando fue visitado por el médico de la prisión para una inspección sanitaria, a éste le llamó la atención tanto interés.

Latreille se lo entregó explicándole que se trataba de un Necrobia ruficollis, un extraordinario ejemplar conocido comúnmente como escarabajo del jamón o escarabajo de hombro rojo (de cuello rojo, según una tercera versión), descrito por el naturalista Johan Christian Fabricius en 1775.

El galeno, impresionado con los conocimientos de aquel preso, entregó el animal a un naturalista local llamado Jean Baptiste Bory de Saint-Vincent, que por entonces, con apenas quince años, daba sus primeros pasos en el tema pero que con el tiempo se convertiría en uno de los grandes científicos de Francia (y militares, pues formaría parte del estado mayor de los mariscales napoleónicos Soult, Davout y Ney, participando en la batalla de Austerlitz, y posteriormente destinado en España).

Saint-Vicent conocía el trabajo de Latreille y medió para que le pusieran en libertad justo a tiempo, pues ya estaba a bordo de un barco que trasladaba condenados a la Guayana Francesa (y que, por cierto, se hundió a los tres días de viaje arrastrando al fondo a todos sus ocupantes).

Bory de Saint-Vincent / Imagen: Dominio público en Wikimedia Commons

Tras aquella dramática experiencia, se podría decir que Latreille empezó una segunda vida. Abandonó el sacerdocio -que de todas formas nunca había llegado a ejercer- y se dedicó en exclusiva a la entomología, publicando una nueva obra titulada Précis des caractères génériques des insectes. Aunque ello no le libró de nuevos problemas: en 1787 sufrió arresto domiciliario por irregularidades en su situación legal y de nuevo necesitó la ayuda del mundo científico, esta vez en bloque, con la intermediación de la plana mayor del Muséum National d’Histoire Naturelle, integrada por nombres tan ilustres como Georges Cuvier, Bernard Germain de Lacépède o el citado Lamarck.

Con todos ellos trabajaría los años siguientes, ayudando a Cuvier en las entradas correspondientes a los artrópodos de su conocida obra Nouveau Dictionnaire d’Histoire Naturelle (Nuevo diccionario de Historia Natural) y en su no menos conocida Le Règne Animal (El Reino Animal).

En 1829 sucedió a Lamarck como profesor de Entomología cuando éste se quedó ciego. Pero para entonces su salud ya era muy delicada y la muerte de su esposa en 1830 terminó por hundirle anímicamente (se desconoce la fecha y circunstancias de su matrimonio, ya que en teoría debía guardar el celibato), así que poco después renunció a su plaza y falleció en 1833.

Atrás quedaban otros hitos de su carrera, como su ingreso en la Academia Francesa de Ciencias en 1814, la presidencia honoraria de la Société entomologique de France o la concesión de la Legión de Honor en 1821. Actualmente, más de centenar y medio de especies llevan su apellido pero, sin duda, ninguna de ellas fue más importante para él que aquel extraño escarabajo que le salvó la vida.

Fuentes: Pierre André Latreille (1762-1833): the foremost entomologist of his time(Claude Dupuis) / Evolution of the insects (David Grimaldi yMichael S. Engel) / Antropología forense (José M Reverte Coma) / Wikipedia/LBV.