El anillo Vyne, el objeto robado en el siglo IV que pudo inspirar a Tolkien

El anillo Vyne y el creado por Tolkien/Imágenes: 1-The National Trust y 2-KvizPart

¿Se inspiró J.R.R. Tolkien en una pieza arqueológica auténtica para concebir ese Anillo Único que es el leiv motiv de sus novelas? Él nunca dijo nada al respecto, por lo que resulta imposible saberlo con certeza. No obstante en 1929, es decir, ocho años antes de escribir el primer libro en que aparece el objeto, El hobbit (el otro, El Señor de los Anillos, no llegaría hasta 1954), el escritor sudafricano fue consultado sobre un extraño anillo hallado en Inglaterra y que tenía una inscripción interior con una maldición: el llamado anillo Vyne.¿

 

 

Por supuesto, es evidente que Tolkien debió recibir más influencias; aquí dedicamos un artículo a la leyenda del anillo de Giges, que recogió Platón en La república. Hay otras -aunque él lo niega en alguna carta- como la obra medieval El Cantar de los nibelungos, un poema épico del siglo XIII que recopilaba leyendas germánicas mezclando historia y ficción, y del que Richard Wagner hizo una versión musical operística Der Ring des Nibelungen (El anillo del nibelungo), sintetizando distintos elementos registrados en las sagas islandesas. En esos ciclos mitológicos jugaba un papel fundamental el Andvarinaut, un anillo mágico que debía su nombre a su dueño primigenio, el enano Andvari (que a su vez tenía concomitancias con Gollum, viviendo bajo una cascada y con la capacidad de transformarse en pez), y que pasaba de mano en mano llevando la desgracia a quien lo poseyera.

Ilustración de Arthur Rackham para El anillo del nibelungo/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Lo interesante del Vyne es que sería la primera inspiración tangible, no literaria. Todo empezó con una visita que le hizo Sir Mortimer Wheeler en el año citado para solicitar su ayuda. Todo aquel que haya estudiado arqueología sabe quién fue Wheeler: uno de sus representantes más destacados del siglo XX, el creador de la técnica de excavación estratigráfica -la que se usa actualmente- dividiendo el terreno en cuadrantes y registrando cada hallazgo en su correspondiente estrato geológico para datarlo adecuadamente.

Pues bien, Wheeler se encontraba al frente de las excavaciones llevadas a cabo en la década de los veinte en el yacimiento arqueológico de Lidney Park, un distrito de Gloucestershire donde se situaba una hacienda del siglo XVII lo suficientemente importante como para haber pasado por las manos del tesorero de la reina Ana Estuardo y el vizconde de Bledisloe, por ejemplo, además de servir posteriormente para alojar a la familia real holandesa cuando se refugió en Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial.

Sir Mortimer Wheeler/Imagen: Medium

Pero además de dicha hacienda había también una colina de dos hectáreas, situada al borde de un acantilado y coronada por un castro de la Edad del Hierro junto a los restos de una mina de ese mineral que los romanos explotaron, tanto a cielo abierto como con galerías, hasta el siglo IV d.C. Asimismo edificaron un templo en honor de Nodens, divinidad celta, especialmente adorada en Britania y relacionada con el culto posterior a dos reyes semidivinos insulares, el irlandés Nuada Airgetlamh y el galés Gwyn ap Nudd (también llamado Lludd, de donde deriva el topónimo local, Lidney).

Pues bien, al excavar entre las ruinas arquitectónicas fueron saliendo a la luz el templo, un albergue para peregrinos, unas termas y una arquería perimetral de las que queda poco porque el complejo se desmoronó por mala cimentación, así como nueve esculturas de perros (animal asociado a Nodens y que indicaba que se trataría de un Asclepeion, un santuario dedicado a la sanación médica mediante la interpretación de los sueños, como indicaba una inscripción alusiva a ese arte practicado por un tal Victorino el Intérprete), un mosaico con peces (Nodens también era señor del mar), objetos de bronce, fíbulas, monedas, brazaletes, etc.

Ruinas del templo de Nodens/Imagen: Jeff Collins en Wikimedia Commons

El anillo se había encontrado siglo y medio antes, en 1785, a centenar y medio de kilómetros de distancia. Estaba enterrado en el campo de labranza de una granja de Silchester, condado de Hamphshire (en el que se ubican las ciudades costeras de Portsmouth y Southampton), una de las regiones que más habían sido romanizadas en la Antigüedad. De hecho, la inscripción que llevaba grabada indicaba que su dueño era un britano-romano llamado Silviano; el nombre con que se lo conoce hoy se refería a la familia Chute, que lo adquirió y lo guardaba en su finca The Vyne(aunque actualmente pertenece al National Trust, la versión británica de Patrimonio Nacional).

El anillo es un poco más grande de lo normal porque seguramente estaba diseñado para llevarse en un dedo enguantado: mide veinticinco milímetros de diámetro y pesa doce gramos. El aro es falsamente circular, pues en realidad se compone de diez facetas planas, una de las cuales está rematada por un cuadrado con la imagen grabada a bisel de la diosa Venus flanqueada por las siglas VE y NS de forma especular (es decir, escritas al revés, de manera que al presionar con el anillo sobre un sello de lacre o barro quedarían impresas correctamente. En el exterior del aro se lee la frase SENICIANE VIVAS IIN DE, que debidamente corregida (repite la letra I y le falta la O final por falta de espacio) significa “Seneciano, que vivas en Dios”.

La efigie de Venus en el Vyne/Imagen: The National Trust

¿Por qué Seneciano si su dueño era Silviano? Al parecer porque Seneciano se lo robó y le puso su propio nombre. Lo demuestra el descubrimiento en Lidney, a principios del siglo XIX, de una defixio de plomo con la inscripción en latín DEVO NODENTI SILVIANVS ANILVM PERDEDIT DEMEDIAM PARTEM DONAVIT NODENTI INTER QVIBVS/NOMEN SENICIANI NOLLIS PETMITTAS SANITATEM DONEC PERFERA VSQVE TEMPLVM DENTIS, que significa “Al dios Nodens. Silviano ha perdido un anillo y donará la mitad [de su valor] a Nodens. A quienes se llamen Seneciano no permitas que gocen de buena salud mientras no devuelvan el anillo al templo de Nodens”.

Se trata de una tablilla de maldición, un sistema habitual en el mundo clásico grecorromano para vengarse de alguien apelando a los dioses -normalmente relacionados con el inframundo- para que lo maldigan. Solían escribirse en placas de cera, barro o madera, materiales muy endebles para perdurar tanto tiempo, por eso la mayoría de las conservadas, como en este caso, están en láminas de plomo muy finas que luego se enrollaban o doblaban, enterrándose a continuación (o arrojándose a pozos o clavándose en paredes); a veces se asociaban a muñecos con incisiones de uñas, como en el vudú y había una versión para lo contrario, o sea, para pedir amor, ayudar a los difuntos, etc.

Reproducción de la defixio de Lidney/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

El caso es que Wheeler, que dató el complejo en el año 364 d.C., supo ver la relación entre el Seneciano del anillo y el de la defixio, y como halló más placas con invocaciones a Nodens decidió consultar los detalles sobre el nombre de este dios con Tolkien. Éste aún no se había lanzado al mundo literario pero gozaba de indudable prestigio intelectual, ya que era filólogo, lexicógrafo y profesor de Anglosajón en el Pembroke College de la Universidad de Oxford, habiendo colaborado en la primera edición del Oxford English Dictionary centrándose en la etimología de las palabras inglesas de origen germánico y nórdico.

Tolkien realizó una investigación sobre el asunto, fruto de la cual fue el ensayo titulado The name Nodens (El nombre Nodens), que publicó en 1932 como apéndice del informe sobre las excavaciones en Lidney Park. En él opinaba que era una palabra de origen germánico y establecía la relación, mencionada antes, con Nuada Airgetlamh y Gwyn ap Nudd.

Tolkien poco después de publicar The name Nodens/Imagen: History Net

¿Influyó todo esto en su saga de la Tierra Media? Hay más cosas que apuntan en ese sentido, como las leyendas folklóricas surgidas en torno a las ruinas de Lidney Park, que decían que estaban habitadas por enanos, trasgos y otros seres de pequeño tamaño. La elevación misma sobre la que se alzaba el asclepeion de Nodens era conocida como Dwarf’s Hill (Colina del Enano) y en 2013 la Tolkien Society organizó allí una exposición entre cuyas piezas figuraban el anillo Vyne, una reproducción de la tablilla de maldición de Nodens y una primera edición de El hobbit, entre otras piezas y aparte de un campo lúdico temático en las cercanías.

Fuentes: Christianity in Roman Britain to AD 500 (Charles Thomas)/A companion to Roman Britain (Malcolm Todd)/Christians and pagans in Roman Britain (Dorothy Jane Watts)/The J. R. R. Tolkien companion and guide. Reader’s guide (Wayne G. Hammond, Christina Scull)/Roman antiquities at Lydney Park, Gloucestershire (William Hiley Bathurst)/Middle-Earth in magic mirror maps… Of the Wilderland in Wales… Of the Shire in England (Steve Ponty)/The National Trust/Wikipedia/LBV