En el año 507 la presión de los francos provocó que los visigodos, que hasta entonces habían ocupado y controlado el sur de la Galia y buena parte del norte de la Península Ibérica, pasaran a Hispania en masa. Ese año se toma como el de la fundación del Reino Visigodo de Toledo, que no se consolidaría hasta el reinado de Leovigildo (568–586) con la incorporación del reino suevo de Galicia y la franja norte cantábrica.