Al igual que había pasado con el Tradado de Versalles en 1918, el final de la Segunda Guerra Mundialredibujó el mapa europeo, algo que tuvo una repercusión especial en la parte oriental del continente, en las fronteras que había entre Alemania, Polonia, Rusia y los actuales estados bálticos. Ello supuso que algunas ciudades que antes pertenecían a un país, quedaran adscritas a otro y un buen ejemplo puede ser la hoy rusa Kaliningrado, antaño la germana Königsberg, cuyo cambio de estatus no tuvo mayor trascendencia hasta ahora, con el asunto del despliegue de misiles.
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