Los escandinavos no eran guerreros «al uso». Diezmaron a sus enemigos aprovechándose de la decadencia de estos
Cuando uno piensa en los vikingos, lo más probable es que lo primero que le venga a la cabeza sea la imagen de un guerrero temible. Con barba larga y trenzada, runas tatuadas, brazaletes de oro, cascos con cuernos y una espada -o, en su defecto, un hacha- capaz de partir un hombre por la mitad. En definitiva, un combatiente difícil de derrotar. Una especie de Mel Gibson encarnando a un William Wallace embrutecido. Un soldado medieval experimentado como pocos en el combate cuerpo a cuerpo. Seguir leyendo Así luchaban los vikingos, los demonios del norte que sacudieron Europa en la Edad Media